TAL DÍA COMO HOY
Kandinsky
Hace unas semanas alguien me pidió que escribiera un artículo sobre vacas. Por supuesto habitualmente no suelo hacer ni caso de esas sugerencias o proposiciones. Los articulistas no estamos aquí para escribir lo que se les ocurre a otros.
Pero la persona que me lo sugirió lo hizo porque no sé cuántas vacas, bastantes, veintitantas o así, habían muerto en un pueblo de Ourense hacía unos días por culpa de un rayo. Parece ser que la sacudida eléctrica, Dios es así de malo, se transmitió por la hierba mojada y las liquidó a todas en un pispás ¡Qué mala suerte para las vacas y para su propietario! Aunque el propietario por suerte salió ileso.
El gran escritor gallego Manolo Rivas escribió un libro precioso de cuentos en los ochenta que se titulaba “Un millón de vacas”. Y las vacas forman parte de nuestra memoria personal y cultural tanto como las nubes, la respiración o el cielo.
Las vacas son un tema muy interesante y yo he escrito bastantes cuentos sobre ellas. Otros animales más o menos domésticos muy literarios son por ejemplo los cerdos, las gallinas, los conejos o los gatos.
El gran escritor gallego Manolo Rivas escribió un libro precioso de cuentos en los ochenta que se titulaba “Un millón de vacas”. Y las vacas forman parte de nuestra memoria personal y cultural tanto como las nubes, la respiración o el cielo. Ahí están “la vaca Lupita”, “la vaca lechera” y otras.
Yo tengo un cuento sobre vacas muy bonito creo. Son cartas entre vacas, no puedo ponerlo entero aquí porque no tengo espacio, pero un fragmento sí. Va.
“Cartas desde Bovinia.
Los bovinos son animales naturalmente inclinados a la epístola, si bien el poco interés que han demostrado siempre en la conservación de sus propias cartas, que suelen abandonar en los prados y acaban destruidas por la lluvia ha devenido en un gran desconocimiento de este peculiar género literario, del que existen tan pocos ejemplos. Presentamos aquí tres, con la tristeza de no disponer de espacio para más.
El primero es una deliciosa y entrañable carta escrita por una joven ternera gallega a una amiga inglesa.
Carta I.
De Rosaura Martín (frisona de competición, Lugo, España) a Millie Shorton (cárnica de competición, Hampshire, England).
Querida Millie:
Nos ha alegrado mucho recibir tu carta. ¡Hace tanto que no teníamos noticias tuyas! Yo la leo a menudo en voz alta en el prado y así nos imaginamos todas que estás aquí con nosotras, bromeando y riendo todo el rato. Estamos deseando que vuelvas. Nos lo pasamos tan bien juntas. Ojalá te seleccionen otra vez para la feria agrícola este año y podamos volver a vernos. Nunca olvidaré la cara que puso Mrs. Aberden Argus, la representante de Escocia el año pasado cuando vio que tú te llevabas el primer premio. Si los cuernos no le hacían chirivitas fue porque no tenía, ¿recuerdas? Lo que nos reímos con aquello. Me alegro de que todo te vaya bien en Inglaterra, dicen que los pastos ahí son estupendos…”.
Bueno, la carta sigue, el cuento sigue, y contiene varias cartas más de otras vacas que no caben aquí. Sorry.
Pero el que sepa verlo se dará cuenta de que las vacas… son nosotros.
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