Cuando el verano pasa

Desde que Víctor Aldama pactó con los instructores de su causa cantar por alegrías a cambio de salir del penal en el que se la tenían jurada y alguno había allí dispuesto a darle matarile por encargo, la información sobre la otra cara del PSOE no ha parado a pesar de que, en un principio, muchos supusieron que la amenaza del conseguidor no iría a ninguna parte y todo era falsía y bocachancla. Aldama, no cabe duda, es un sujeto producto a piñón fijo del ámbito de tinieblas y podredumbre que está caracterizando a los círculos de poder en estos últimos años, un escenario infecto en el que se da cita depravación en todas sus modalidades.

El juicio contra el fiscal general ya tiene fecha y al de Begoña Gómez poco le falta

Hay en él un tanto de codicia, otro de ambición, un mucho de inmoralidad, hay machismo, vicio, mentira, indecencia y en general un deje obsceno que le da a todo lo que pilla el aspecto más lamentable. Pero con ser este personaje uno más en una trama de golfos en la que se albergan todo el escalafón de la golefría, su advertencia que muchos se tomaron a chacota se ha hecho carne. Y ha causado un efecto tan demoledor que se está llevando uno por uno a personajes que parecían todopoderosos e intocables. Desde que Aldama dijo que cantaría no ha parado de salir al exterior todo lo peor de la casa y todo hace suponer que la cosa no ha hecho más que empezar.

Pedro Sánchez se tomó el verano como arma con la que afrontar todos los males que se le venían encima, y concluyó que, poniendo a trabajar a todo su equipo de asesores, lograría neutralizarlos usando el verano como puerta blindada para aislar sus múltiples problemas. Pero a esa loable intención de usar las vacaciones para soltar aire no le ha acompañado la fortuna como era de esperar. La opinión pública puede distraerse pero la maquinaria de la Justicia no para. Sigue caminando despacio pero inflexible y no va a parar hasta haber concluido una instrucción a la que cada día que pasa le salen más brazos. El último habla de dinero negro, contabilidad secreta, talones y dinero en efectivo metido en sobres con Ábalos como depositario. Caprichos, regalos, lívido disparado, parejas, ex esposas y novias y el hijo del interfecto. El juicio contra el fiscal general ya tiene fecha y al de Begoña Gómez poco le falta.