Opinión

Agravias, disculpas y perdones

  

El Gobierno catalán, o más bien unos funcionarios de la autonomía catalana, han pedido disculpas al Gobierno de México por "los agravios cometidos por los españoles durante la Conquista".

Espero con ansia los comentarios de mi admirado Ramón de España en su columna "El manicomio catalán" a propósito de esto, porque seguro que sus ingeniosas reflexiones me provocarán un ataque de hilaridad tal que tendré que ir a Urgencias, so riesgo de perder la vida. Ya me he puesto los distintos medicamentos en fila en el mármol del cuarto de baño y anotado al lado en un papelito el teléfono del 061, que es el 061, por si no lo recuerdo en un momento de necesidad.

Vale. Tranquilicémonos. Vamos a estudiar el asunto con calma. A ver. Hinquemos los codos. Unos catalanes le piden perdón a unos mejicanos por las supuestas barbaridades que cometieron unos castellanos contra unos aztecas en el Yucatán en el siglo XV. Pero... ellos son, según ellos, catalanes y no españoles ¿no? Entonces, ¿por qué tendrían que hacer eso?

Pedir perdón está bien, reconforta mucho. Es verdad. Yo, que soy de Ourense (España), aprovechando esta columnita mía, voy a pedir perdón aquí publicamente también. Los culpables necesitamos el perdón. Es lo único que nos curará. 

Así que pido perdón solemnemente a los cingaleses habitantes de Sri Lanka (antigua Ceilán) por las atrocidades cometidas contra su población por portugueses, holandeses e ingleses durante los siglos XVII y XVIII. Unos tipos, esos holandeses e ingleses, a los que no conozco de nada. Más. Pido perdón a los casi diez millones de negros africanos de distintas etnias que fueron llevados a América por portugueses, holandeses e ingleses en los siglos XVII y XVIII también, para trabajar como esclavos en campos de algodón. Pido perdón, yo que soy de Ourense repito, a los seis millones de judíos que mataron los nazis en campos de exterminio por toda Europa. A los dos millones de comunistas a los que les pasó lo mismo. Al millón de gitanos. A cientos de miles de homosexuales. A cuatro millones de rusos. Y a millones de disidentes más. Y es que los nazis fueron la bomba en eso. Eran especialistas. Por su culpa tienes que estar pidiendo perdón todo el tiempo. 

Y bueno, ya puestos pido perdón a los inexistentes habitantes de la Luna, a los que el comandante Armstrong un 20 de julio de 1969 expulsó de allí al poner su maldito pie sobre la ceniza del satélite.

En fin, no sé si me queda alguien más a quien pedir perdón. Voy a hacer una lista. Seguramente... hay otros, como decía Yoda en “La Guerra de las Galaxias”.

Pero pedir perdón en nombre de los demás como han hecho esos politiquillos catalanes, solo revela que son unos miserables de mente y de corazón. ¿Es que ellos no han hecho nunca nada malo? ¿Hasta tal punto de que tienen que pedir perdón por las culpas de otros? ¡Uau!

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