Opinión

Autocrítica

La política últimamente no da tregua. Bueno, por lo menos nos entretenemos. Total, no hay otra cosa que hacer y hacía tiempo que nos aburríamos mucho. 

Pablo Iglesias, un político que nos gustó al principio a tantos españoles y que él con constancia y meritoria dedicación, eso hay que reconocérselo, se ha encargado de que al final lo aborrezcamos, se está convirtiendo últimamente en un personaje de cuarta de una comedia de cine mudo. De aquellas que ponían textos en blanco sobre fondo negro en unas cartelas para que entendiéramos lo que pasaba entre escena y escena. Vamos, como las pelis de Charles Chaplin o Stan Lauren y Oliver Hardy que tanto nos gustaban de críos. Un personaje secundario que está allí para rellenar la acción en el set, por detrás, pero que podrían sustituirlo por otro y no pasaría nada. No nos enteraríamos.

Una de las últimas de don Pablo fue su intervención ante la prensa tras aquel 26M, veinticuatro horas después de que supiéramos los resultados electorales. Todo un ejercicio de contención comunicativa. Antes no asomó la cabeza. El hombre se hizo esperar toda la noche y gran parte del día siguiente. Como Godot.

No sé si se fijaron ustedes pero aquella aparición de Iglesias tras la debacle (sobre todo debacle madrileña) se puede resumir así reuniendo y mezclando sus propias palabras, dichas tan enérgicamente como hace él siempre: "Sí. Tengo que hacer autocrítica, la culpa es de Manuela Carmena, Íñigo Errejón y Gabilondo".

De traca. Voy a hacer autocrítica pero la culpa es de los demás. Eso es autocrítica, sí señor. Pues así fue su discurso, incomprensible.

Yo pensaba que autocrítica sería decir por ejemplo: "He metido la pata con el asunto de la casa de Galapagar, lo siento; he metido la pata liquidando a todos los fundadores y amigos míos de Podemos (salvo Monedero que sigue al pie del cañón y no se moja); he metido la pata enfadándome con Íñigo Errejón; he metido la pata apoyando pero no a Manuela Carmena; he metido la pata, yo, poniendo a parir a Amancio Ortega por donar 300 millones de euros a la Sanidad Pública; he metido la pata postulándome como ministro sin darme cuenta de que a los ciudadanos no les parecía bien; he metido la pata considerándome la reina del baile de graduación cuando yo solo era el portero y no tenía ninguna posibilidad de ligar con nadie (esto casi es de "Peggy Sue se casó"). Lo siento, he metido la pata. Humildemente pido perdón. Intentaré cambiar y mejorarlo todo a partir de ahora".

Pero no. ¿Y por qué no? Pues porque este chico, ahora nos damos cuenta, confunde "autocrítica" con "crítica". Dos palabras distintas. La verdad es que como él es profesor universitario resulta sorprendente, pero es así. Yo creo que debería volver al cole infantil y en mi opinión una buena idea sería sentarlo en el mismo pupitre con Mafalda al lado. Para que aprenda vocabulario y sintaxis.

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