Opinión

¡Ay Inés, Inesita, Inés!

Inés Arrimadas es una chica que anda últimamente por aquí, por España, vestida de naranja y que padece una incurable manía persecutoria. No me cabe ninguna duda de eso ya, y juro que he estudiado el caso a fondo muy seriamente. 

La persigue el PSOE, la persigue el PP, la persigue Podemos, la persiguen los indepes catalanes, la persiguen los gays, lesbianas, trans, etc., la persiguen varios partidos vascos, la persigue Manuela Carmena, la persigue Grande Marlaska, y si no la persigo yo es porque no tengo tiempo y tengo otras cosas que hacer. Resulta sorprendente que alguien tan perseguido se apellide precisamente "Arrimadas".

Según Inesita ¡ay Inés, Inesita, Inés!, ella y sus colegas de Ciudadanos fueron violentamente agredidos durante el Orgullo de Madrid. ¡Vaya! Pues yo he visto los vídeos como todos los españoles y lo único que he podido apreciar es a un imbécil que les tiró una lata de cerveza vacía. Siempre hay un imbécil en todas partes, eso es inevitable. También los mojaron un poco con agua, sí, pero eso teniendo en cuenta el calor que hacía en Madrid hasta sería de agradecer. ¿Violencia?, yo no vi ninguna salvo la de ella hablando.

Inés no entendió algo muy simple, y es que no había sido invitada a la fiesta. Los organizadores ya le habían aclarado que por supuesto podía ir a título privado como cualquier otra persona pero no como partido, ni con carroza, ni con autobús, ni con pancarta política. Pero ella decidió que eso le daba igual. Y no hace falta señalar qué es el que va a una fiesta sin haber sido invitado: un gorrón. 

Por eso a Inés no debería haberle extrañado que se encontrara con la indignación de unos cuantos asistentes, a los que les pareció mal que ella y sus colegas se presentaran así, como partido, cuando al mismo tiempo negocian con Vox, otro partido este manifiestamente anti LGTBI.

La verdad es que Inés hasta ahora parecía una chica inteligente. Por eso resulta aun más incomprensible lo que hizo: colarse en un sitio al que no había sido invitada para gorronear unos cuantos titulares absurdos en la prensa. 

Uno no puede meterse en un Yom Kipur judío y al mismo tiempo coleguear por detrás con un partido nazi. Lógicamente los judíos se enfadarán y te expulsarán de la sinagoga. ¿Qué esperabas si no?

Una costumbre tradicional del Yom Kipur es pedir disculpas a quienes has ofendido alguna vez. Ahí Inesita, cuyo partido Cs y esto también hay que reconocérselo no parece anti LGTBI, aun tiene una oportunidad para sacar la pata del tiesto en el que la metió. Pero yo lo veo difícil. Es una política española y si algo caracteriza a los políticos españoles, sean chicos o chicas, es que son incapaces de pedir disculpas. De momento la Jefatura Superior de la Policía de Madrid ya ha desmentido toda su fantasiosa historia.

Por cierto que Yom Kipur significa Día del Perdón.

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