Opinión

Coser un botón

Apropósito de aquella frase de una diputada de Vox "coser un botón empodera" (lo de empodera ya es espantoso de por sí) en un grupo del Facebook en el que estoy se generó una discusión absurda. Y un amigo, Pepe, escribió: yo no sé coser un botón, nunca me enseñaron. A lo que yo le contesté: no es verdad, no quieres coserlo, no hace falta que te enseñen, no es algo que requiera aprendizaje. 

Como es alguien a quien quiero me acordé de un libro que escribí hace años. Son unas memorias de infancia sobre mi familia. El libro se titula, un título precioso y no porque lo haya escrito yo, "Príncipes de Tabagón". Y este es un fragmento de un capítulo que habla sobre mi padre.

"Mi padre vendía y reparaba bicicletas y motos. En realidad vendía bicicletas y motos, y reparaba cualquier cosa con la destreza de un ilusionista. Una vez me enseñó a arreglar un enchufe cuando yo apenas levantaba un palmo del suelo. 

Tras instruirme en como desconectar la electricidad de la casa en el cuadro de luces, con un destornillador hizo que yo mismo quitara los tornillos a la placa. Después la extrajo de la pared y me la mostró por dentro. Para mí, aquel conjunto de cables y tornillos más pequeños aún, eran un misterio. Una especie de enigma peligroso e intocable. Pero él dijo: Es muy fácil. Fíjate un poco y sabrás cómo funciona. Tienes que entenderlo solo mirándolo. Cuando tengas que arreglar algo, ábrelo con cuidado como hemos hecho ahora y estúdialo hasta que comprendas su funcionamiento. Después podrás repararlo. 

La frase tienes que entenderlo solo mirándolo ha presidido desde entonces casi todos los actos de mi vida, no siempre con fortuna. Hoy los microchips y los circuitos integrados la han convertido en otra cosa. Pero aun así yo todavía no he encontrado nada mejor, ni siquiera en Voltaire. 

A continuación me dio algunas lecciones básicas de electricidad, me hizo ver que un cable estaba suelto y me enseñó a ponerlo en su sitio apretando el tornillito que lo sujetaba. Después me llevó al cuadro de luces de la casa otra vez, me explicó el funcionamiento de los fusibles y me hizo sustituir el fundido, haciendo yo el nuevo con un fino hilo de cobre. Por último, todo funcionó otra vez. Voilà! Desde entonces siempre vi a mi padre como una especie de Tolkien, que opinaba que había que darles a los niños tareas por encima de su medida. 

El truco funcionó. Con los años me volví un tipo mañoso y puedo presumir de no haber recurrido a un electricista, fontanero, etc., en toda mi vida más que en un par de ocasiones, y solo para obras mayores."

Pepe: ponte a coser un botón, anda. No es difícil. Además hoy ya ni se cosen botones. Cuando se cae uno de una camisa se la das a Cáritas, te compras otra en Zara y listo.

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