Opinión

El actor Rufián

Hace poco alguien a quien quiero y cuyas opiniones en muchos ámbitos respeto y admiro, durante una conversación de sobremesa me sugirió humorísticamente que Gabriel Rufián podría ser no un político de verdad sino un actor. Un actor pagado. Un tipo que representa un papel pero en realidad ese no es él. O sea, para entendernos, que no es de Esquerra sino que es una especie de freelance que mañana podría estar contratado por Vox, por Salvini, por Hollywood o por quien sea con tal de que le paguen bien y le pongan una buena caravana/camerino en las proximidades del plató. 

Al principio la idea me pareció delirante pero después, pensándola con más calma, empezó a tomar forma en mi mente. Todo encajaba. La dirección artística, la peluquería, el diseño de vestuario, los efectos especiales como aquel famoso de la impresora y otros, el "acting", el guión bien estudiado y recitado con convicción... Aquel chico de Santa Coloma de Gramanet efectivamente tenía que ser un actor como Johnny Deep en “Piratas del Caribe”.

El asunto me recordó y así se lo comenté a mi interlocutor, ese negocio que ha surgido en Japón que consiste en contratar a un actor para que haga, por ejemplo, de tu hijo. 

Supongamos que usted es una persona mayor sin hijos que vive con su señora y va a celebrar la Nochebuena. La Nochebuena no, claro, no sé qué demonios celebran los japoneses pero lo que sea. Así que ambos que la van a celebrar tristemente a solas contratan a un actor y una actriz que vienen a casa y se hacen pasar todo el rato, toda la cena, por su hijo y su novia. Imagínenselo cuando llegan y los contratantes abren la puerta.

– ¿Qué tal Yakira? ¡Qué alegría verte!

Besos y abrazos.

– ¡Muy bien! ¿Qué tal vosotros?

– Bueno. Ya ves. Aquí estamos. Pasad, pasad.

– Ok. Os presento a mi novia Miyuki.

– ¡Vaya, qué bien! Nos alegramos mucho de conocerte Miyuki.

– Yo también.

Besos y abrazos.

– ¡Uau! Habéis cambiado la decoración.

– Sí, el año pasado. Pero sentáos. Poneos cómodos. ¿Queréis una copita de sake? Venga, cuéntanos cómo te va Yakira. Hacía mucho que no venías por casa.

– Me va genial, papá. Lo que pasa es que estoy muy ocupado. Ahora estoy haciendo un máster en la universidad de Osaka, pero ya tengo un trabajo fijo en Mitsubishi. Empiezo el mes que viene.

– ¡Caray, qué bien! Eh, ¿tenéis hambre, queréis cenar ya?

– Sí, vale. Oye mamá, por cierto ¿hay sopa de mijo?

– Pues claro Yakira. Es tu favorita. ¿Cómo iba a olvidarme?

Y así se pasan la cena. Fingiendo todos felizmente como si eso fuera lo normal.

A pesar de lo absurdo de la idea no la descartemos a priori. Tal vez Rufián sea un actor. Tal vez lo sean también Casado, Rivera, Sánchez y Abascal. Tal vez todos seamos actores. Y si fuera así, entonces solo tenemos una opción: el espectáculo debe continuar; the show must go on.

Te puede interesar