Opinión

El segundo debate

El segundo debate fue, como todos esperábamos, mejor que el primero. Por lo menos en este se arrearon más unos a otros con los guantes, que es lo que queríamos ver los telespectadores. Dejando aparte, claro, que la estructura y el diseño del debate fue más interesante y más rico que el de La 1, muy pobre y encorsetado televisivamente. Hable usted un minuto, hable usted un minuto, hable usted un minuto, hable usted un minuto... y volvemos a empezar. Un aburrimiento. 

En este segundo debate, el de La Sexta, el procedimiento y el diseño fueron más inteligentes comunicativamente. Dejaron hablar más a los participantes y los dejaron discutir más entre ellos, lo que enriqueció bastante el espectáculo.

Con respecto a lo de arrearse con los guantes de boxeo recuerdo que siendo yo un niño de nueve años y estudiando en el colegio Curros Enríquez de Ourense un día apareció un profesor nuevo allí. No recuerdo cómo se llamaba, pero era un chico joven y un poco revolucionario que se ocupó de impartirnos a los niñitos de entonces unas asignaturas muy novedosas (hablo de los años sesenta) como música por ejemplo, aquel maestro me enseñó solfeo y me enseñó a tocar la gaita, dos cosas que enseguida olvidaría por completo; también inglés (aprendí mis primeras y torpes palabras en dicho idioma con él), y gimnasia. 

Lo de la gimnasia merece un capítulo aparte. Hasta la llegada de aquel maestro jovencito nuestra gimnasia en aquel precioso colegio consistía en correr libremente por el patio en el recreo. Él cambió eso. Y entre otras cosas nuevas nos enseñó boxeo. Un día trajo unos juegos de guantes y tras darnos unas breves instrucciones nos puso a los chavales a boxear unos con otros. A mi me tocó boxear con un chico que se llamaba José Ignacio al que yo casi no conocía, pero que después se convertiría en un buen amigo mío. Pero José Ignacio medía veinte centímetros más que yo, así que no llegamos ni a acabar el primer asalto y yo ya estaba noqueado en el suelo antes de que nadie se diera cuenta de lo que había ocurrido. Yo, a pesar de mi corta edad, sí me di cuenta. Perfectamente.

Pensarán ustedes que todo esto que les cuento no tiene nada que ver con el debate de La Sexta, o que está un poco traído por los pelos. Pues no. Tiene mucho que ver. A Pablo Casado y Albert Rivera los pusieron a pelear en el ring por segunda vez contra Pedro Sánchez que casi los dobla en altura. En altura física, no hablo de la intelectual, y así aquellos dos no tenían muchas posibilidades. En la otra esquina del ring Pablo Iglesias inteligentemente supo mantenerse al margen, para que no le cayera a él ningún mamporro descontrolado.

¿Quién ganó? Pregunta tonta. No ganó nadie. Y tampoco esperábamos que ganara nadie. Eso sí, los televidentes acabamos todos en la lona por KO técnico.

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