Opinión

La exhumación

La exhumación de Franco es un tema fabuloso, casi mágico. Hay que verlo e interpretarlo como si fuera un chiste de “El Roto”, el artista antes llamado “Ops”. Si no, no se puede entender bien. 

Veamos. Los que siempre han querido resucitarlo se niegan a que se desentierre; por contra los que quieren enterrarlo para siempre están a favor de la exhumación. ¡Uau!, alucinante. Aquí hay algo que no cuadra.

Así que yo dándole vueltas a esto con el pensamiento lateral que me caracteriza, me pregunto: ¿Realmente Franco está allí? ¿Tenemos pruebas fehacientes de eso? ¿Y si se largó en algún momento y no nos dimos cuenta? Tuvo 44 años para huir desde que lo enterraron. Eso no lo tuvieron ni los del golpe al tren de Glasgow, y desaparecieron del mapa.

El otro día escuché por la radio una encendida discusión sacada de Cuarto Milenio o algún programa similar, en el que dos tipos se enfrentaban con una inusitada violencia dialéctica así. Uno gritaba: ¡No hay pruebas de que los extraterrestres existan! Y el otro replicaba también gritando: ¡No hay pruebas de que los extraterrestres no existan! Por supuesto no llegaban a ningún sitio ni a ninguna conclusión útil. Entonces, mientras los oía (confieso que yo no les hacía demasiado caso porque estaba en la ducha en ese momento y tenía otras ocupaciones prioritarias) empecé a sospechar que uno de los dos era extraterrestre, pero no logré discernir cuál.

La tumba de Franco empieza a parecer la de Tutankamón. O sea, igualmente un caso de Cuarto Milenio. Yo no quisiera estar allí cuando la abran, y no soy supersticioso. Pero como sabrán ustedes la mayoría de los que participaron en el hallazgo del sarcófago de aquel guapito faraón murieron rápidamente en extrañas circunstancias: Lord Camarvon, Sir Douglas Reid, Audrey Herbert, Arthur Mace y hasta Ian McShaine que ni siquiera estaba allí. El único que se salvó de la maldición fue precisamente el descubridor de la tumba, Howard Carter, que murió felizmente de muerte natural años después.

No quiero ser agorero pero me da que la exhumación de Franco al final va a ser la tumba de muchos, y solo se va a salvar el más inesperado: Pedro Sánchez, o sea Howard Carter. El Valle de los Caídos acabará convirtiéndose en el Valle de los Reyes del antiguo Egipto, o en el Valle de los Muertos de la política española, quién sabe. Las momias son muy malvadas, incluso se han hecho muchas películas terroríficas sobre ellas.

Sinceramente yo creo que Franco no está allí. Creo que está en otro sitio. Pero también creo y ya lo he dicho alguna vez que lo mejor sería sacar a los benedictinos de la basílica, dinamitar el Valle, replantarlo con arbolitos y olvidarnos de todo. Si después encontramos algún resto de Franco tirado por ahí podríamos enviarlo de regalo al Museo Egipcio de El Cairo. A fin de cuentas... ellos nos regalaron el Templo de Debod.

Te puede interesar