Opinión

La llave Alen

Según hemos sabido recientemente, el accidente de aquel F-18 en Torrejón de Ardoz en 2017 que se estrelló durante el despegue y en el que murió el piloto, una tragedia inesperada, fue provocado porque un mecánico se dejó olvidada una herramienta en el motor. Concretamente un "maneral" de acero. La investigación del asunto ha llegado ahora a dicha conclusión, dos años después. Estas cosas llevan tiempo.

Un "maneral" es una herramienta mecánica muy básica, casi tonta. Para que lo entendamos los profanos es una herramienta parecida por ejemplo a una llave inglesa o a una llave Allen de las que nos pone Ikea dentro de la caja para montar los muebles en casa. Sorprende que un objeto tan elemental y simplón pueda cargarse de un plumazo la sofisticada y complejísima maquinaria de un F-18, una potente y terrible máquina de guerra. Pero las cosas son así: aunque nos resistamos a creerlo y a aceptarlo lo cierto es que la palabra de un niño puede derribar a un rey. Revisen los cuentos.

Lo del "maneral" fue mala suerte. Y la mala suerte y la buena son parte de nuestras vidas. En realidad todos somos producto de la suerte. Si yo tuve diez amigos que ya se han muerto y sigo vivo es por eso, por la suerte.

Hace bastantes años escribí un cuento en el que un modesto mecánico de motos inglés que viaja en un avión de línea se enamora de una azafata, se le declara pero ella lo rechaza. Entonces el mecánico saca una llave Allen del bolsillo y se pone a desmontar el avión en pleno vuelo. Únicamente armado de la llave Allen y de su irreductible amor: cásate conmigo -le dice-. 

A medida que el tipo va haciéndolo, desmontar el avión con constancia, perseverancia y empeño tan solo ayudado por la llave Allen, tanto el pasaje como la tripulación, el comandante y el resto de las azafatas se van poniendo cada vez más nerviosos e intentan disuadirlo por todos los medios. Pero él solo quiere a su chica y no se rinde.

Al final ella también se enamora de él. Y el comandante se ve obligado a realizar un aterrizaje de emergencia con el avión ya casi sin alas y sin gran parte del fuselaje, mientras los dos amantes se abrazan por fin y se besan entre los aplausos y vivas de los pasajeros. Por supuesto que lo hacen con un magnífico y larguísimo beso "de tornillo". ¿Cómo si no?

Creo que ese personaje de aquel cuento mío estaba inspirado en mi padre. Un hombre capaz de desmontar y volver a montar una moto en veinte minutos con una sonrisa y sin dejar de hacer bromas. O con una llave Allen. O con una llave inglesa. O con un maneral. O solo con las manos. ¿Qué más da? El caso es que podía hacerlo.

Y el tío lo hacía.

 Quizá la llave de nuestra vida sea una simple llave Allen.

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