Solo el amor engendra la maravilla en el Belén de Baltar

La canción “Solo el amor” del trovador Silvio Rodríguez incluye en sus versos “solo el amor convierte en milagro el barro, solo el amor engendra la maravilla” y el belén de Arturo Baltar está concebido en cascada, como si la historia cayese hacia los ojos del espectador de una forma en que cada escena de colorido barro fuese una gota de agua autónoma en ese torrente de espiritualidad, tradición y maravilla.

Es Navidad y la hermosa costumbre de rememorar en Ourense tiene en la plaza de San Cosme un espacio donde los recuerdos se entrelazan con la sorpresa. Llegaba el mediodía y los pasos en torno a la fuente que precede a la capilla donde se alberga el belén eran nulos. Sin embargo, una ola repentina de visitantes fue arrimándose a las puertas del recinto donde se ubica esta obra, como si una fuerza magnética atrajera a los metales del descubrimiento.

Día y noche

Una señora inclina su torso para descifrar poco a poco el espectáculo inabarcable en una sola mirada. Mientras mueve su cabeza de izquierda a derecha, las luces comienzan a despejar la primera oscuridad que recibe al visitante. En este lugar, el día y la noche se arriman a una velocidad inaudita, como si el belén fuese un planeta que girara encima de su eje y el observador, ocupado en identificar figuras y hechos, no consiguiera adivinar el paso del tiempo retratado por Arturo Baltar.

Un abuelo conduce a sus nietos por pasajes bíblicos. En su voz aparecen La Visitación, los detalles del Nacimiento, el arribo de los Reyes Magos; incluso la orden del rey Herodes para iniciar la Matanza de los Inocentes parece traspasar la vidriera y escucharse con total claridad. La capacidad de arrobar es una de las tantas cualidades que coinciden en esta obra. Unas niñas detallan animales y construcciones en principio no relacionados con la infancia de Jesús, y es que la extensión temática de este Belén ourensano es tan abarcadora como los siglos representados en episodios: desde la Judea romana hasta la Galicia habitada por afiadores, hórreos, castañeiras y cruceiros.

Pasión y realidad

El paso de visitantes es continuo y una rampa a la derecha del belén guía hacia otras maquetas individuales que acompañan al complejo. Pero se hace necesario volver de regreso hasta la vidriera donde los ojos pueden aguzarse y descubrir. Lo popular también ha sido representado en esta sinfonía de colores y gestos. Una pequeña multitud tiene los rostros alzados y contempla el “Número de la cabra”, donde el animal equilibrista es el centro de un espectáculo callejero. Un poco más lejos, unos chicos son fotografiados, mientras que los protagonistas de “A Esmorga” debaten el próximo paso de su juerga. Esta pasión por la meticulosidad de Arturo Baltar y su repercusión en la memoria colectiva ourensana, en forma de tradicional visita, son una disfrutable realidad.