Operación Quilo: onda expansiva de incalculable generosidad en Ourense

La primera furgoneta llegó 25 minutos antes de la apertura a las 8:30 de la mañana. En los bajos del colegio Salesianos, miembros y voluntarios de la Asociación Xuvenil Amencer ya habían ubicado, desde el día anterior, las cajas con el resultado de una operación cuyo nombre de peso se encuentra asentado como una de las más significativas campañas solidarias de Ourense.

Una traducción certera

Dentro del salón de juegos y la biblioteca, reconvertidos en almacén temporal de la Operación Quilo, unas herramientas de embalaje descansan encima de una mesa. Papeles precintados en paredes y paneles de vidrio indican los nombres de las 17 parroquias y 3 entidades sociales donde las donaciones serán entregadas.

Leche, arroz, puré o harina son algunas de las palabras escritas con rotulador negro sobre las cajas ubicadas en posiciones estratégicas. Su destino es expreso: 1.436 personas serán las beneficiadas con los 7.557 kilogramos de alimentos, 3.100 de ropa y 3.800 de juguetes. Estos últimos harán brotar sonrisas e idear fantasías a los niños de las 680 familias cuyas Navidades significarán una celebración gracias al espíritu solidario de una ciudad implicada en hacer de estas fechas un sinónimo de alegría.

Por si no hubiera sido suficiente, otro de los saldos más sorprendentes de esta iniciativa de protagonismo colectivo fueron los más de 9.400 euros recaudados e invertidos íntegramente en alimentos. Los números, lejos de ser simples cifras, son una traducción certera de la implicación de los ourensanos en las más importantes causas.

“Hay mucha gente allá esperando también para descargar y entregarlo a las familias".

Evolución de la iniciativa

Xulio César Iglesias, gerente de Amencer, vestido con gorro y jersey navideño, semeja un laborioso elfo cuya Laponia es el espacio donde una heterogénea cuadrilla estiba la carga hacia los transportes encargados de repartir la generosidad acumulada.

Durante los interludios del trasiego, los chicos conversan de fútbol, bromean y revisan vídeos en sus móviles. En la entrada de la asociación los mayores, a pesar del frío, ofician de vigías. “¡Furgoneta!”, exclama Iglesias, y el “motor de brazos” vuelve a entrar en funcionamiento.

Gustavo Plaza llega desde La Milagrosa y afirma: “Hay mucha gente allá esperando también para descargar y entregarlo a las familias. Es una satisfacción enorme ayudar al prójimo; eso es lo que interesa y reconforta”, confiesa Plaza al volante y deja el tránsito libre a la próxima furgoneta, que accede y abre sus puertas traseras para marchar apenas esté completo el inventario de donativos.

Martín Besteiro, estudiante de segundo de Periodismo y antiguo alumno de Salesianos, se siente parte de esta causa benéfica y asegura: “Siempre he estado involucrado con la operación. Cada vez que puedo vengo a echar una mano. Cada año que pasa se nota la evolución de esta iniciativa”.

Los improvisados estibadores detienen momentáneamente el trasiego y posan para la fotografía que se encuentra en la derecha superior de esta página; luego, en milimétrica coordinación montan sobre la carretilla o cargan con sus manos la materialización de una campaña que acumuló la participación de más de 1.000 voluntarios y decenas de entidades comerciales y educativas.

Melodías de gratitud

Xulio César Iglesias camina afuera y dentro del local constantemente y pasa lista a los envíos. Con sus movimientos parece dirigir una orquesta cuya disposición y sinfonías están organizadas de tal forma que cada contribución realizada; anónima, pequeña o grande; se convertirá en melodías de gratitud debido a una onda expansiva de incalculable generosidad. La Operación Quilo, con 39 ediciones, ha concluido este 2025.