El ourensano Assía, cronista inusual del siglo XX

II GUERRA MUNDIAL

El reportero ourensano Felipe Fernández Armesto, “Augusto Assía”, realizó grandes aportes al periodismo. Fue testigo excepcional del auge del nazismo, y el único cronista español que cubrió la Segunda Guerra Mundial desde el frente británico.

El periodista ourensano Augusto Assía, fotografiado en la década de 1950.
El periodista ourensano Augusto Assía, fotografiado en la década de 1950.

Es lunes 29 de mayo de 1933 en Berlín. La primavera ya adelanta lo que serán los rigores del verano. Tras la puerta de un modesto apartamento en el número 117 de la avenida Kurfürstendamm, hay un hombre en ropa de diario, sentado frente a una Adler, dando el retoque final a un artículo sobre hogueras de libros en plazas públicas. Por su aspecto parece un alemán promedio, pero es español, corresponsal para un periódico de su país. El hombre teme porque se sabe en peligro. Es el peligro más real a que se haya enfrentado jamás.

“La suya es la más novelesca de las vidas ourensanas. Vio en primera fila los sucesos más extraordinarios del siglo XX”

Los visitantes

El hombre interrumpe la frase de cierre porque afuera golpean la puerta con la furia típica de toda autoridad impaciente. Un vozarrón anuncia que es la policía de extranjería, la temible Ausländerpolizei. El funcionario, custodiado por dos secuaces inexpresivos, le extiende una orden de expulsión que le obliga a abandonar el Reich en menos de 72 horas.

El hombre firma la copia y la devuelve con un gesto de cortesía magullada por el choque de las circunstancias. Era algo que ya esperaba: sus reportajes sobre la brutalidad de las SS con los no arios, y finalmente, su cuestionamiento sobre unos sacerdotes católicos asesinados la semana pasada en Kiel, ha exasperado a Joseph Goebbels, el chillón ministro de propaganda nazi.

Tan solo aguardaba a este ultimátum para demostrar a sus superiores que estuvo en el fuego hasta hasta casi salir ardiendo. Luego de cuatro años en Berlín, Augusto Assía, que en realidad se llama Felipe Fernández Armesto, ha escrito su última colaboración desde allí para La Vanguardia, el periódico barcelonés que pierde en ese momento a su hombre clave en los intestinos volcánicos del Tercer Reich.

Los orígenes

El hombre que ahora está sentado ahora al pie de una ventana con vistas al Támesis, nació en A Mezquita, (Ourense) en 1904. Realizó sus estudios primarios en su pueblo natal, y luego los de bachillerato en la cabecera provincial. Graduado en 1927 de Filosofía y Letras por la Universidad de Santiago de Compostela, comenzó un tour universitario que lo llevaría a la Sorbona de París, y finalmente, en calidad de lector, a la Humboldt de Berlín, en 1929, desde donde inició una colaboración con La Vanguardia que se prolongaría por más de medio siglo.

La suya es probablemente la más novelesca de todas las vidas ourensanas. Vio en primera fila los grandes acontecimientos que cambiaron el curso de la Historia, desde los años veinte, hasta principios de este siglo, pero en este instante mira abstraído la corriente de un río que parece resumir el caudal de todos los ríos de Galicia, su patria chica. Allí estrechará la mano de Churchill, del rey Jorge VI, y otros prohombres ingleses. A pesar de la incertidumbre, allí será feliz.

Ida

Han sido tres años colaboraciones casi diarias para La Vanguardia desde Londres. Augusto Assía ha iniciado el que será un largo camino de anglofilia: Inglaterra y sus instituciones le tan parecen admirables que desde Barcelona se le aconseja moderar el tono laudatorio de sus crónicas.

Son demasiados los años fuera de casa, y es hora de volver, al menos por un tiempo. Pero ha escogido, sin saberlo, un momento nefasto: el estallido de la Guerra Civil en España. Una vez en suelo nacional, no tiene otro remedio que aceptar la sección de prensa del Gobierno de Burgos, y más tarde marchar al frente de Asturias. En Ourense ciudad asume la dirección temporal del diario Arco, para irse finalmente al País Vasco como cabeza de la sección internacional de La Voz de España.

Vuelta

La Vanguardia le envía nuevamente a Londres. Pero no es el Londres pintoresco que conoció en 1933, es el Londres sombrío y crispado de fines de 1939.

Es el Londres que se prepara para los bombardeos del Blitz alemán. Entre ellos, en medio de las sirenas nocturnas y la metralla de la Luftwaffe, vivirá hasta el fin de la guerra. Se trata del único periodista que desde allí mantiene informado al público español, pues Chaves Nogales, que es el astro con quien comparte escena y amistad, trabaja para la BBC, y a quien una muerte prematura, le impedirá ver la victoria de los Aliados.

Núremberg

Llegada a su fin la barbarie nazi, Assía es comisionado por La Vanguardia para cubrir los juicios de Núremberg a fines de noviembre de 1945. Es el único periodista gallego presente en ese momento crucial de la historia contemporánea.

Domina el alemán y tiene la extraña suerte de haber conocido en persona, durante el auge inicial del régimen nazi, a los arquitectos del terror hitleriano. La esencia de ese término acuñado Hanna Arendt, de la “banalidad del mal”, la transmitió, Assía, íntegra y llena de matices a sus lectores de La Vanguardia.

De Washington a Xanceda

Entre 1950 y 1955, Assía informa desde Washington y Nueva York: sus análisis de la Guerra Fría son ampliamente comentados en España. Luego es enviado a Bonn: el gran tema de sus crónicas será la reconstrucción de Alemania. Pero en 1964, nuestro hombre se siente agobiado, y es entonces cuando regresa a sus orígenes gallegos: en Xanceda (A Coruña) funda la explotación ganadera La Casa Grande. Es su forma de volver a las delicias campestres que tanto le recordaban a la infancia. En esa mansión rural pasará los últimos 38 años, hasta su muerte en el año 2002.

El crítico Ignacio Peyró, en su estudio introductorio a Cuando yunque yunque/Cuando martillo martillo, (Libros del Asteroide, 2015) ha dicho sobre él: “Augusto Assía podía mirar por el retrovisor y recordar riñas con Goebbels, complicidades con Churchill, clases de Einstein o de Sartre, polémicas con Baroja y Valle-Inclán”.

Augusto Assía es el único hijo de Ourense que vivió en un primerísimo plano los sucesos más extraordinarios e impactantes de la historia contemporánea. El siglo XX pasó por sus ojos como una nube preñada de electricidad sobre el espejo de un lago.

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