Morir en la arena y el reto de vivir en Cuba

Literatura

Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias 2015, en su última novela realiza una detallada radiografía de la sociedad cubana colapsada por la ineptitud política y la miseria.

Publicado: 02 oct 2025 - 00:40

Portada de "Morir en la arena". La imagen de cubierta alude a la inocencia y los sueños perdidos
Portada de "Morir en la arena". La imagen de cubierta alude a la inocencia y los sueños perdidos | Evelio Traba

Lo sórdido es uno de los combustibles más antiguos y potentes de la literatura. En cada uno de nosotros vive ese afán, secreto o manifiesto, por el detalle de lo macabro, por esa dimensión albañal de la vida que sólo el gran arte sabe captar y transmitir. Leonardo Padura lo sabe, y lo utiliza no tanto a favor suyo, sino en provecho de esa gran masa de lectores que le sigue desde hace treinta años. Su última novela Morir en la arena (Tusquets, 2025) impregna en el paladar imaginativo esa fetidez de la Cuba real, esa arenisca de las ruinas a punto del desplome, pero también la esperanza de que los pantanos pueden convertirse en terrenos cultivables, y florecer.

Razón tenía a Balzac allá por el siglo XIX: “La novela es la historia secreta de las naciones”. Padura ha entendido esto, y ha decidido quedarse para contar ese relato.

La novela narra, a todo color, la historia de una familia habanera, durante los últimos cincuenta años, haciendo énfasis en las heridas y secretos de personajes que son el reflejo de un país cuyo único legado para la posteridad es la frustración y la impotencia. Es el retrato de una generación perdida, que pese a todos los descalabros, pretende rellenar las grietas de la realidad con la hiedra de la ilusión.

Pero no es tarea fácil: Geni, luego de treinta años en prisión por haber asesinado a su padre, regresa a la casa familiar para intentar morir en paz; un cáncer terminal es su amnistía definitiva. Rodolfo, su hermano, es un veterano de Angola cuya vida no ha conocido otra cosa más allá de la omnipresencia del miedo. Raymundo Fumero es un escritor, que pese a todos los estigmas, ha mantenido una amistad incondicional con Geni, y es de algún modo el cronista en medio de una nebulosa aderezada por el odio, las mentiras y las medias verdades. Luego, en un plano de fondo pero no por ello secundario, están Aitana y Violeta, hijas respectivamente de Rodolfo y Geni. Ambas representan el perfil de la emigración cubana femenina cuyos esfuerzos, en buena medida están encaminados al sostén económico de su familia, envueltas las dos en una especie de deuda sentimental que al fin resulta impagable.

El autor nos instala allí, en esa Habana de apagones perennes y barricadas de basura, en esa Cuba donde el diario vivir es un reto de alto desgaste y escaso fruto. Pese al cuchillo anhelante de sus detractores, que le señalan con ojeriza, “estar escribiendo siempre el mismo libro”, Leonardo Padura se impone ahora como el escritor cubano que dentro de medio siglo, habrá que releer para escribir la historia secreta de la más desdichada y exuberante nación del Caribe.

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