Opinión

Salomón Kroonenberg, el geólogo holandés de Pena Corneira

El pasado 18 de agosto se celebró en el Museo Etnolóxico ribadaviense (M.E.R.) una conferencia-coloquio que, con el título Pena Corneira, Carlos Casares e un xeólogo holandés que fala galego, impartió el catedrático de la Universidad de Amsterdam Salomón Kroonenberg.

Comenzó la charla remontándose a las relaciones que en el lejano 1952 inició la universidad de Leiden con el Instituto Geológico de Laxe dirigido por Parga Pondal, y fue la continuidad de dichas investigaciones por parte de la cátedra de Geografía Física de esta institución neerlandesa, quien traería hasta Ribadavia en 1969, junto a otros condiscípulos, al joven Salomón entonces matriculado en los cursos de postgrado. O Ribeiro y A Limia fueron las zonas escogidas para realizar los trabajos de campo por los alumnos holandeses y allí, en Xinzo,  conoció a Carlos Casares, a quien  recordó con afecto y agradecimiento por haberle enseñado gallego y ponerlo en contacto con José Luis Chao Rey, desde entonces su “alter ego” entre nosotros.

Ya instalado en Ribadavia, fue su encuentro con el paisaje de Pena Corneira y su consecuente estudio, el impacto emocional que recuerda con implacable intensidad. La disposición de los tor, creando un círculo casi perfecto, lo deslumbró hasta el extremo que estos bloques graníticos fueron bautizados por sus colegas de curso como Las bolas de Salomón. 

Tras finalizar la carrera en los Países Bajos, reside durante cinco años en la Guayana holandesa donde estudia sus materiales precámbricos para la tesis doctoral. Posteriormente se trasladó a Colombia y allí trabaja en los Andes y la Amazonia, y en Costa Rica dirige proyectos de estudios volcánicos. De regreso en Holanda imparte clases en la Universidad Agrícola de Wageningen, realizando entonces dos importantes viajes a Pekín. A finales de los noventa está al frente del departamento de Geología de la Universidad de Delft, al tiempo que compagina dicho trabajo, impartiendo cursos en la Universidad de Moscú y en el Instituto de Ciencias de Azerbayán. 

Actualmente ,como investigador, continúa estudiando el mar Negro y los cambios del nivel en el Caspio. Como docente es en la universidad de Surinam Endowed Professor, el profesor-director de tesis doctorales. El referido curriculum científico y docente, se completa con cinco publicaciones de tipo divulgativo, destacando cómo la más conocida The Human Scale: The Eart ten Thousand years from now. (La escala humana. La tierra dentro de 10.000 años) En ella narra su fascinación por la escala del tiempo geológico y la confronta con la breve historia de los seres humanos:  unos recién nacidos para la Tierra (…) Dichos libros, realizados con talento de escritor y un estilo personal y comunicativo, convierten a su autor en el Poeta entre los geólogos, cómo es conocido por sus colegas de profesión. Estas obras, ya traducidas al inglés, alemán, turco y chino, serían en versión castellana, un regalo para todos.

Este holandés viajante que recorrió los cinco continentes no se encontró ni en sus expediciones profesionales, ni en las publicaciones geológicas, ningún tor circular tan fermoso cómo el de Pena Corneira. Por ello, cuando el Centro de Estudios Medievales de Ribadavia, a través de su presidente Chao Rey, le expuso el estado de deterioro que presentaba el entorno por la excesiva explotación de las canteras allí existentes, Salomón Kroonenberg, considerado en su profesión cómo El Einstein de la Geología, demandó colaboración a entidades oficiales y solicitó apoyos a organismos internacionales. Junto a ellos, su rotundo informe presentado ante la administración autonómica sobre lo que supondría la continuidad de las canteras en dicho escenario, consiguió que la Xunta, tras un largo proceso, declarase Pena Corneira Monumento Natural, con lo que conlleva de salvaguarda y conservación del medio.

A lo largo de la disertación proyectó  imágenes que ilustraron las anécdotas de aquel verano de 1969, cómo la de su Citroen 2CV con una calcomanía donde se leía  Falemos Galego, y que tras su regreso a Amsterdam provocó el desconcierto en la colonia gallega emigrante en Holanda. Recordó a los sacerdotes que dirigían entonces la parroquia, cómo seguidores de las doctrinas del Vaticano II, y a los entusiastas ribadavienses que estaban poniendo en marcha Abrente. No pudo sustraerse al encanto de hablarnos en gallego y con acento holandés leyó, como homenaje a Casares, unos párrafos de A Galiña Azul. 

 En el aspecto profesional y conocedor como nadie de las entrañas de nuestra tierra, ponderó el granito de Ribadavia, cómo de excelente calidad y mostró desde los cuatro puntos de la rosa de los vientos el entorno de Pena Corneira, el espectáculo increíble que semeja una mitológica lucha de gigantes en la que los de adentro impiden el paso a los de afuera con el círculo mágico de las bolas de granito(…) que se conservan in situ merced a las gestiones e informes del profesor Kroonenberg, razón por la cual y a modo de reconocimiento al ilustre geólogo holandés, los peculiares tor deben ser reconocidos de manera oficial tal y cómo en el lejano 1969 los bautizaron unos estudiantes holandeses de Geografía Física: las bolas de Salomón.

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