Opinión

Nuria Guardiola, una retrospectiva

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Dadme un punto de inflexión y moveré el mundo, dijo Arquímedes. Así Nuria Guardiola quien desde la donación de una obra al Museo en 2012, llega con ‘Corazón Bereber’, una muestra que debe mucho a los buenos oficios de Eva Torres, directora de este centro expositivo y cultural municipal, que coordina exposición y catálogo, con diseño y maqueta de Planos. Es esta una propuesta que coincide en verano mas no es de verano, que hay en ella un decir coherente y maduro, con sabor autobiográfico, de la profesora artista. Pues ‘la gente honesta no oculta sus actos’, como diría la Emily Brönte de ‘Cumbres borrascosas’. Es un viaje personal, es su historia, con sentido narrativo y temático. En la planta baja está la secuencia vital que une las tierras de Nador, territorio de Rif/Marruecos, en las que trabaja como docente, y las de Cangas, época de profesora en Redondela, con el agua como nexo, Mediterráneo o Atlántico. Desde la entrada, con ‘Coeur D’amazigh’ (2014_15), lo más reciente, que da título a la retrospectiva, está el azul beréber del ‘claire de lune à la corniche’ en Nador, obra efectista de sensaciones sinestésicas, o las plácidas vistas desde el monte Gurugú, nombre que asociamos a los dramáticos tiempos del final del reinado constitucional de Alfonso XIII con el desastre de Annual, en la primera mitad de los años veinte del pasado siglo, y la guerra contra Abd-el-Krim, sucesos luctuosos para el honor militar…, mas las obras siguen, y pasamos con ellas a la pontevedresa costa do Morrazo: ellas nos ponen ante el dramático conflicto en el entorno de Cangas y Bueu con la quiebra de la Massó (1998), y sus fábricas de conservas de productos del mar. Son pinturas documentales en parte, siendo la intervención artística una manera de humanizar la ruina, tras el abandono de las instalaciones. Su brillo es vano oropel ante la destrucción de empleos.

Las ‘Conserveras’ y ‘Enclave de faros’ responden a una amplia etapa entre 1998 y 2007, intenso tema y fase que culmina con un pormenor do Farol do Roncudo, de 2008. Exposiciones por toda la costa se sucedieron entonces, incluyendo el Mº do Mar (Vigo), y la Casa de Galicia (Madrid). El tríptico de las Sisargas o el Faro de las Ons, deben su percepción a la disposición de introspección de la autora, quien en silencio vivió en nocturna comunión estos espacios-límite entre la tierra y el agua, con el cielo sobre su cabeza. Pintura matérica a la que añade elementos-testigo significativos. Arriba están los ‘Pantanos de mutación’ (1986_88), época francesa en París y su entorno, momentos de conflictos emocionales desde las experiencias, dice Guardiola, en la que bajó ‘a su propia oscuridad’, como se lee en uno de los poemas que incluye en el catálogo, una vida que nos ofrece en la salita baja con ‘Autobiografía en deconstrucción’, en las que hay soledades y noche. De la France au Marroc, con Foucault y Derrida, mas asimismo Dylan Thomas y Espriu. Ahora ’il faut tenter de vivre’…

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