n n nPatere, amiga, compañera, otra vez amiga, contertulia de penas y alegrías, barquense de adopción, confidente fiel, de mirada limpia y sonrisa que lo decía todo.
Quienes tuvimos la enorme suerte de conocerte te tendremos siempre en nuestra memoria y en nuestros corazones. No son palabras huecas de una clásica necrológica. Sabías que yo, cuando me atrevo a mandar a un medio de comunicación una nota de este estilo, es porque lo siento en el alma y cada palabra que sale de las teclas es sincera y emotiva. Ahora mismo te escribo desde el despacho del IEV en donde dejaste una buena parte de un trabajo bien hecho, organizando hasta donde no pudiste más la biblioteca que con tanta ilusión íbamos a ofrecer a todos los valdeorreses. Seguro que te fuiste con el resabio de no ver terminada tu obra. Pero, en tu recuerdo, se terminará y llevará tu nombre.
La mente humana es complicada y débil, como somos los humanos. Y en base a tantas conversaciones que mantuvimos en los últimos dos meses, estoy seguro que tú no querías dejarnos, sino dormir, descansar, para luego seguir trabajando más y mejor. Querías ponerte fuerte, curar, volver a la vida normal, a tus quehaceres artísticos, a esos proyectos que quedaron en el aire, pero no en el olvido. Eras creyente, tenías fe y amabas a la Virgen y al Nazareno. ¿Quién puede dudar de que ya estás con ellos, con tus padres, familiares y amigos que te precedieron? Quienes te conocíamos no tenemos de ello la menor duda. Y sabemos que tenemos en ese cielo, en el que creemos, a una buena amiga que nos dará ánimos para seguir adelante en la ardua tarea que iniciaste.
Patere, a pocas fechas de tu marcha aún nos tiemblan las manos cuando escribo esta nota. Estoy como en una nube que quizás entorpezca mi inspiración, pero me impulsa a rezarte un Padrenuestro. Me pongo a ello. En esta casa, en O Barco, en tu entorno, nunca te olvidaremos.
En nombre de mis compañeros de la directiva del IEV, nuestro cariño y agradecimiento.
La mente humana es complicada y débil, como somos los humanos. Y en base a tantas conversaciones que mantuvimos en los últimos dos meses, estoy seguro que tú no querías dejarnos, sino dormir, descansar, para luego seguir trabajando más y mejor. Querías ponerte fuerte, curar, volver a la vida normal, a tus quehaceres artísticos, a esos proyectos que quedaron en el aire, pero no en el olvido. Eras creyente, tenías fe y amabas a la Virgen y al Nazareno. ¿Quién puede dudar de que ya estás con ellos, con tus padres, familiares y amigos que te precedieron? Quienes te conocíamos no tenemos de ello la menor duda. Y sabemos que tenemos en ese cielo, en el que creemos, a una buena amiga que nos dará ánimos para seguir adelante en la ardua tarea que iniciaste.
Patere, a pocas fechas de tu marcha aún nos tiemblan las manos cuando escribo esta nota. Estoy como en una nube que quizás entorpezca mi inspiración, pero me impulsa a rezarte un Padrenuestro. Me pongo a ello. En esta casa, en O Barco, en tu entorno, nunca te olvidaremos.
En nombre de mis compañeros de la directiva del IEV, nuestro cariño y agradecimiento.
