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Felices augurios para la economía española

La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, y Pedro Sánchez.
photo_camera La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, y Pedro Sánchez (EFE).
Los avances sanitarios constituyen la base fundamental de las buenas expectativas pero también hay otras influencias positivas, como los fondos europeos, sin que los problemas estructurales hayan desaparecido.

Los felices augurios para la economía española tienden a generalizarse entre los observadores y analistas, dentro y fuera del país, y de amplificar su eco están encargándose tanto el Gobierno como los grandes bancos y las grandes empresas. En la clase política, del mismo modo que en los medios, todavía hay división de opiniones, y muchos matices. El termómetro de la Bolsa va recogiendo todas estas cosas pero lo cierto es que el Ibex sigue estando por debajo del nivel anterior a la crisis sanitaria, a diferencia de otros mercados financieros, que o bien ya se recuperaron, como el CAC francés, o incluso se dispararon, como el Dow Jones o el Nasdaq en EE UU.

Los avances sanitarios se convierten en la base fundamental de las buenas expectativas para España pero también hay otras influencias positivas, como los fondos europeos, del mismo modo que siguen estando ahí los problemas estructurales: léase déficit, deuda y paro/ERTEs. Tampoco han desaparecido otros hándicaps como la productividad –mide la eficiencia del PIB– y la competitividad del país en una economía cada vez más globalizada. Pero el mero hecho de volver a la normalidad –o a una nueva normalidad compatible con el desarrollo económico– crea expectativas y felices augurios, de los que el final de la obligación de llevar mascarilla al aire libre es todo un símbolo, arropado por el hecho de que la vacunación se lleva por delante los contagios y las hospitalizaciones. Tras un drama de quince meses, al fin gana la vida. Y gana la economía.

Durante tres días, la reunión anual del Círculo de Economía de Barcelona hizo de caja de resonancia de todas las buenas vibraciones expresadas por líderes de las finanzas, las empresas y la política, en un doble sentido: para constatar las buenas previsiones económicas de organismos como la Comisión Europea o el Banco de España –también del propio Gobierno– y una cierta distensión en el conflicto político de Cataluña. “España va a superar todas sus previsiones”, resumió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que aguarda datos favorables en crecimiento económico, empleo y afiliación a la Seguridad Social.

Está bien todo esto –ojalá que sea cierto– pero no por ello España podrá olvidarse de sus graves problemas estructurales, de los que el paro y la desigualdad son un síntoma evidente. Tampoco podrá descuidarse ante posibles riesgos de inflación. Lo sintetiza bien un destacado empresario del sector turístico cuando confiesa que todas las grandes compañías preparan motores ante “la explosiva inflación, y fuerte recuperación”.

Con unas cosas y otras se solaparán los fondos europeos, donde hay margen para el progreso de las grandes empresas y también de las pequeñas y medianas, si saben ver sus nichos de oportunidad en los programas de Next Generation EU. Las compañías del Ibex se harán fuertes, por ejemplo, en los proyectos energéticos, ya que exigen movilizar miles de millones de euros, algo que está solo a su alcance, pero las pymes podrán abrirse paso en los planes de rehabilitación y disputarle a las grandes algunas parcelas de los proyectos de digitalización. Los riesgos, para unos y para otros, pueden estar en la lentitud con que se tramiten los proyectos, lo cual exige una gran colaboración entre las distintas administraciones, como ha sugerido esta semana en A Coruña el eurodiputado gallego Nicolás González Casares.

@J_L_Gomez

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