DE LA TIERRA

El chocolate de Ourense sobrevive a la globalización

Ourense fue una potencia chocolatera, con más de una veintena de fábricas en toda la provincia. Hoy día tan solo quedan tres marcas en el mercado y una única planta de producción, Chaparro, que sobrevivió a todas sus competidoras que llegaron después.

Cuando pensamos en los ingenios movidos por energía hidráulica lo primero que nos viene a la mente son los molinos de harina, de aceite, las fraguas, las papeleras artesanales, las curtidurías... Pero también las fábricas de chocolate. Moler el cacao era mucho más cómodo con una rueda movida por la fuerza del Búbal, del Arnoia, del Cabalar...

Antes de la globalización, muchas industrias artesanales de la alimentación sobrevivían gracias a su mercado local. Lo veíamos hace cuatro o cinco décadas con las fábricas de gaseosas, los tostaderos de café, que también fueron numerosos en Galicia, y en los tostaderos de cacao, que a veces compartían actividad con los primeros, y las fábricas de chocolate. 

Del recuerdo de ese estilo de producción con un marcado carácter familiar queda en pie el museo del chocolate de Parada de Sil, sobre las antiguas instalaciones de la pequeña factoría que la familia casares tenía en dicha localidad. Todas sus máquinas están en perfecto estado de marcha, de manera que se podría elaborar una libra de chocolate a la misma usanza que hace medio siglo.

Chaparro es, a día de hoy, la única fábrica que queda en activo en Ourense. Fundada en 1850 puede ser considerada también la más antigua de Galicia. En la capital llegaron a tener licencia hasta trece chocolateras en 1908, según José  Somoza. Anthony en Allariz, La Carballinesa de O Carballiño y Fénix, inicialmente llamada Phoenix, son marcas que han sobrevivido, aunque su fabricación se realiza fuera de la provincia de Ourense.
Las dos primeras, Anthony y La Carballinesa no se fueron muy lejos. La primera forma parte del catálogo de marcas que la empresa Chocomiño mantiene en su cartera, como la viguesa El Maragato. La segunda, mantiene su titularidad de empresa familiar, pero aunque siguen con el tostadero de café, han externalizado la elaboración de sus especialidades de chocolate a la taza y chocolate en polvo a la fábrica que Chocomiño posee en Salvaterra.
Un caso singular es el de la fábrica que inició su andadura en A Pobra de Trives, en 1889, de la mano de José Salgado. Al lado del río Cabalar, en una instalación que todavía se puede ver hoy, aunque en estado ruinoso al lado del puente romano por el que discurre la Via Nova, se asentó la fábrica que llegó a ser proveedora de la casa real española. En 1910 cruza el Atlántico y abre, pocos años después, su factoría en Buenos Aires. Hoy, cuatro generaciones después, Chocolates Fénix es una de las empresas más prosperas y con más prestigio en el sector del cacao y el chocolate, tanto de venta masiva como gourmet en Argentina. 

Te puede interesar