El exfutbolista ourensano Borja Fernández, pasión por el fútbol y el vino

Entrevista a Borja González, exjugador del Real Madrid. Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Entrevista a Borja Fernández, exjugador del Real Madrid. Foto: Xesús Fariñas
Se fue para Madrid con quince años y el sueño de jugar en el Real Madrid. Borja Fernández (Ourense, 1981) no tardó mucho en ver cumplido su sueño

Vistió la camiseta del Madrid de los Galácticos en 48 partidos, entre la liga, la copa y la copa de Europa. Su carrera como mediocampista le llevó también a otros equipos como el Mallorca, Deportivo de A Coruña o el Real Valladolid, en el que jugó 220 partidos y en el que colgó las botas en 2019.

Su vida deportiva continúa como entrenador y la ha combinado, desde entonces con el emprendimiento de varios negocios en Galicia, como una bodega en Ribeira Sacra y varias casas de turismo rural, una de ellas en Amoeiro.

¿Tenía claro que quería ser futbolista cuando era niño?

Como podía tenerlo cualquier otro niño que soñase con ser futbolista de mayor. Lo que sucede es que era un deporte que se me daba bien y a medida que pasaba el tiempo iba viendo que esa opción estaba cada vez más cerca y con 15 años me fui a Madrid ya con esa idea, de ser un futbolista profesional. Estoy hablando del año 1996.

¿Ese fue el punto de inflexión?

Fue el momento de verlo más claro. Yo me fui a Madrid con mucha ilusión, pensando en el Real Madrid y vivir la experiencia. Si salía bien, genial. Y aunque veía a los jugadores que pasaban a tu lado, jugar en el primer equipo era algo que veía muy lejano. Me lo imaginaba, soñaba con ello, pero no me veía siendo uno de ellos.

Pero al final jugó en el Real Madrid

Sí, debute en 2000 y luego jugué en el primer equipo. Pero quiero decir con esto que cuando un chaval que quiere ser médico, o cualquier otra profesión, si se esfuerza sabe que lo va a lograr. Pero hay muchos chavales que saben jugar al fútbol y no siempre se logra lo que uno sueño. Son muy pocos los que llegan a esa meta.

¿Cómo se logra gestionar una carrera deportiva? No parece tarea nada fácil y además es más corta que por ejemplo la de un médico o un artista.

Es verdad. Empiezas muy joven a ganar dinero, todavía no estás formado, te crees que eso va a ser para siempre. Es muy complicado. No sé como se gestionará en otros deportes pero en el fútbol hay muchos intereses alrededor y muchas cosas que no deberían estar y hacen que te puedas confundir.

Tras dieciocho temporadas como futbolista, cuelga las botas. ¿Fue ese el momento de invertir en Galicia?

Ya había empezado antes. En un viaje por la Ribeira Sacra me enamoré de una casa que compré para mí, y luego se convirtió en una casa de turismo rural, ahora tengo dos allí, en la ribera del Miño entre Os Peares y Belesar y otra en Amoeiro.

¿Y su apuesta por el vino?

Fue casi una consecuencia. Había visto una bodega, en un paseo que estaba dando por el río, que tenía colgado el cartel de Se Vende. Como ya me había metido en muchas cosas, decidí mirar para otro lado. Pero otro día que volví, ahí seguía la bodega y el cartel y dije “voy a llamar”. La verdad es que coincidió todo muy bien. Era una persona que no quería hacer dinero, lo que buscaba era que quien comprase la bodega siguiese ocupándose de la viña y de la bodega que habían sido su vida. Y así empecé con Bordega, con un proyecto muy pequeño de vino, con una producción muy reducida de poco más de trescientas botellas de un vino blanco y otro tinto con la cosecha de 2019 y bueno, hemos crecido, pero poco porque ahora son seiscientas botellas de cada. El vino se llama “El urbanita, vago y cortés” y cuento para su elaboración con el apoyo del equipo Enonatur de Roberto Regal.

¿Y suele ir por la bodega, por la viña?

Siempre que puedo. Es más, a veces cuando voy a Ribeira Sacra me quedo a dormir en la bodega. Mi idea es hacer un buen vino. Son dos vinos, el blanco tiene godello, treixadura y albariño y el tinto mencía, merenzao y otras variedades de la zona.

¿Qué le llevó a dedicarse al mundo del vino?

En realidad, siempre tuve vínculos con el mundo del vino porque en casa, en casa de mis abuelos en A Peroxa, se elaboraba vino de siempre y de niño yo participe muchas veces en labores como la vendimia. Cuando me fui a jugar al Real Valladolid, en 2006, esa es una zona en la que está muy arraigado el vino, yo ya tenía 25 años y fue cuando empezó a gustarme el vino y a sentir ese interés que me llevó tiempo después a retomar esa tradición familiar.

¿Piensa en crecer? Me refiero a la bodega, que actualmente tiene una producción muy reducida.

Es cierto que tenemos una producción muy reducida y se vende todo. Pero mi plan, más que pensar en una expansión está más orientado a mantener e incluso superar la calidad de nuestro vino actual. ¿Que surge la posibilidad de expandirse? Pues ya se verá. De momento nuestro objetivo es la calidad no el crecimiento.

Hay otros futbolistas que también se dedican al vino. Pienso en iniesta, por ejemplo.

Es cierto, Iniesta, David Silva… pero yo creo que han enfocado más el asunto como inversión. En mi caso es más de participar en el proceso, desde abajo, muy despacio. No empecé aquí pensando en poner en marcha una gran bodega como negocio. 

¿Cómo enfoca estas nuevas actividades, como un hobby, como su plan de futuro?

Tenía interés en invertir y me parecía lógico hacerlo en mi tierra. No pienso en ello como en un hobby, sino como una actividad complementaria para desarrollar con el apoyo de la familia y personas allegadas. Es algo que me interesa, realmente. Aunque no lo contemplo como un plan B para dejar el fútbol. Mi objetivo sigue siendo el fútbol, formándome y siguiendo mi carrera como entrenador.  

Dicen que los centrocampistas dan muy buenos entrenadores.

A ver si es verdad (sonríe). Creo que un entrenador que previamente ha sido futbolista tiene un punto de partida de ventaja porque tiene más conocimientos de cómo funciona el grupo.

¿Cuál es la clave para ser un buen entrenador? Porque en el fútbol siempre se critica al entrenador.

En el fútbol, como en la política y en casi todo en la vida, todo el mundo opina que lo podría hacer mejor. Creo que lo importante es saber gestionar al grupo, saberlo motivar, saber qué necesita. Zidane decía que él lo único que sabía hacer era gestionar el grupo. Y ahí están los resultados, que ganó unas cuantas Champions seguidas. Uno de los problemas del fútbol es el cortoplacismo. La gente se pone nerviosa enseguida y hace falta tiempo para ver resultados. En el fútbol no es solo el binomio equipo-entrenador. Hay más elementos como el club.

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