Las especies vegetales que invaden el entorno de Ourense

Ejemplares de ailantus en la ribera del Miño. JUAN PEREIRA
photo_camera Ejemplares de ailantus en la ribera del Miño. JUAN PEREIRA
La globalización ha supuesto un impacto en la biodiversidad vegetal reduciendo la riqueza de los territorios. Ourense es una de las ciudades que se ha visto afectada por la introducción de especies foráneas, caso de las acacias, el ailanto o la caña
El ser humano es una especie que ha evolucionado hasta tal punto que puede modelar cada rincón de la tierra. Por desgracia, con cada modelado realizado se estropea todavía más un paisaje ya de por sí hermoso. Las especies exóticas invasoras son un ejemplo de estos errores cometidos por la humanidad. Por definición, una especie exótica invasora es aquella que se introduce en otro territorio logrando adaptarse, establecerse, reproducirse y dispersarse hasta colonizar el entorno, formando nuevas poblaciones y causando impactos en la biodiversidad, la salud o la economía.

En muchos momentos de la historia, la humanidad decidió que una especie era lo suficientemente bella como para acompañarla en su viaje de vuelta a casa. Lo que no sabían era que esa especie se convertiría en una invasión incontrolable que deterioraría la biodiversidad local. A pesar de que este suceso ha ocurrido con animales, en las especies vegetales es el pan de cada día. Muchas especies vegetales han sido introducidas de manera artificial en nuevos territorios, los cuales han sido capaces de conquistar con creces.

Véase el ejemplo de las acacias, comúnmente conocidas como “mimosas”, una especie original de Australia, con una bella flor amarilla. En 1824 decidieron traerla a Europa con fines ornamentales y actualmente es una especie peligrosa en muchas regiones. En Ourense podemos encontrarla en casi cualquier lugar de la ciudad. ¿En la ribera del Miño? Acacias; ¿En Montealegre? Acacias; ¿En el paseo del río Lonia? Acacias.

Infierno amarillo

El mayor peligro de esta especie es su pirofilia, cualidad que hace que se beneficien del fuego. Por esta razón, la misma mimosa ayuda a propagar las llamas, ya que una vez el fuego arrasa el monte ourensano, puede beneficiarse de su velocidad de desarrollo para ser la primera en ocuparlo. La alelopatía es otra característica que afecta a las especies ourensanas, ya que es una habilidad por la que genera sustancias que afectan al desarrollo de las especies próximas.

Otra especie que amenaza la ecología autóctona de la ciudad termal es el ailanto (Ailanthus altissima) un árbol muy utilizado en la jardinería de espacios públicos debido a sus escasos requisitos, siendo un buen ejemplo de xerojardinería. Dando un paseo por la ciudad en cualquier dirección, es común encontrar más de uno. En zonas como el barrio de las Lagunas, la ribera del Miño o en el paseo del Barbaña es muy común verlos.

Al igual que la acacia, el ailanto es una especie que utiliza sus efectos alelopáticos y su rápido desarrollo para desplazar a las especies autóctonas.  Sus efectos alteran también la composición del suelo, lo que afecta al desarrollo de otros individuos.

El ailanto es una especie con un desarrollo muy veloz y agresivo, llegando a afectar a los cimientos de las edificaciones ourensanas o al sistema de alcantarillado. Asimismo, los machos adultos generan sustancias fétidas que alteran el aroma de la miel de las colmenas cercanas, echando a perder la producción apícola. Definitivamente, es una especie muy fácil de cuidar, pero con un gran impacto.

La ribera del Miño está llena de vegetación, acacias, ailantos… pero también hay especies autóctonas, incluso algunas protegidas, como es el caso del fresno, o freixe, como se conoce en gallego. Sin embargo, una de las zonas más emblemáticas de Ourense es también el hábitat de la caña (Arundo donax). Sus capacidades adaptativas han desfavorecido la biodiversidad local, impidiendo la reproducción de especies autóctonas al dificultar su acceso a los recursos necesarios. Asimismo, afecta a muchas especies de aves, ya que su estructura vertical no les permite anidar, obligándolas a buscar un nuevo territorio.

La costra del Miño

La caña es muy agresiva en la lucha por el territorio, expandiéndose muy velozmente y llegando a crear un sistema de rizomas tan denso que impide el crecimiento de cualquier otra especie. Al tratar de eliminar esta especie, si no se hace adecuadamente, su sistema de rizomas le permite volver a brotar, manteniendo su dominio en la zona sobre otra vegetación.

Todas estas especies se encuentran recogidas en el catálogo de especies exóticas invasoras por su impacto en la ecología. Concretamente, estas tres especies afectan de una manera tan grave que en 2020 la Confederación Hidrográfica Miño-Sil invirtió 50.000 euros para eliminarlas de un tramo de siete kilómetros del río Miño.

Por desgracia, esta solución no fue más que una tirita en una hemorragia interna, pues estas especies han llegado a donde están gracias a su capacidad de expansión, y la ribera del Miño es solo una de las zonas de la ciudad donde se encuentran. La falta de conocimientos acerca de los peligros de la introducción de especies foráneas ha resultado en un peligro de difícil solución. A día de hoy eliminar las especies alóctonas que deterioran nuestros paisajes es una tarea ardua y costosa que pocos están dispuestos a llevar a cabo.

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