Ourensanos por la Europa del covid

Seis ourensanos residentes en otros tantos países europeos relatan las diferencias en el modo de vivir la pandemia con España. La mayoría coinciden en el alto grado de concienciación de los españoles a la hora de vacunarse y llevar mascarilla.

La pandemia del covid es un fenómeno global y en cada país se vive diferente. Restricciones, procesos de vacunación, movimiento antivacunas, requisitos para el ocio, afectaciones a la vida laboral… cada uno de estas manifestaciones ha tenido un ritmo distinto en cada país europeo y mundial.

Seis ourensanos actualmente residentes en otros países europeos cuentan cómo es la realidad fuera de las fronteras de su provincia y de España. En lo que la mayoría coinciden es en la gran conciencia colectiva y responsabilidad social imperante en España respecto a nuestros vecinos europeos, que se demuestra, sobre todo, en el uso de las mascarillas. Aún así, cada país ha negociado los problemas derivados de la pandemia de forma diferente, ya que, mientras unos prácticamente imponen la vacunación, otros parecen ignorar la realidad.

Christian Pinto, Países Bajos | “Hay mucha menos conciencia colectiva sobre el peligro”

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Christian Pinto vive en Eindhoven y es ingeniero. Lleva un año en esta ciudad de los Países Bajos y explica que la principal diferencia con España es que “la gente se lo toma menos en serio y es más individualista, quizás porque aquí la primera ola afectó menos”. “La conciencia colectiva es mucho menor y la gente decide en su propio beneficio”, argumenta.

Sobre la vacunación, remarca que “en general, la población sí ha querido vacunarse”, y el certificado covid tiene una importancia similar a la que puede haber en España, “sobre todo enfocado en la hostelería, gimnasios y otros espacios de ocio”.

A nivel laboral, Pinto destaca que “aquí ha afectado menos, ya que hay una enorme facilidad para teletrabajar, incluso desde antes de la pandemia”. En su experiencia personal, explica que “aunque te invitan a ir lo mínimo posible, sí tienes que cumplir una especie de cuota mínima de presencialidad, en mi caso, un par de veces por semana”. 

Zayyan Martínez, Alemania | “Aquí si no estás vacunado, es como si estuvieses confinado”

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Zayyan Martínez vive en la ciudad germana de Stuttgart, al sur del país, y combina dos trabajos en los que el covid le ha afectado notablemente: fisioterapeuta en un hospital y monitor de gimnasio. Martínez explica que la diferencia entre olas es muy grande: “En la primera ola se cerraron tres alas del hospital, mientras que ahora solo hay una sala”.

Sobre la vacunación, es tajante: “Aquí nadie se quería vacunar”. Para solucionar esto, el Ejecutivo alemán ha restringido a supermercados y bancos como únicos espacios en los que se puede entrar sin un certificado de vacunación, por lo que, a fin de cuentas, “no estar vacunado es como estar confinado”. Pero en Alemania van más allá, y ahora, además de exigir un certificado de vacunación, también se piden pruebas de antígenos negativas diarias para acceder a los puestos de trabajo o a lugares de ocio. En su experiencia personal, explica como “alguna vez en el gimnasio, han venido guardias a comprobar si todo el mundo tenía el certificado de vacunación y un test negativo”.

Lo cierto es que, según relata Martínez, “con estas medidas, han logrado un porcentaje de vacunación muy alto, ya que es una obligación indirecta para poder desarrollar tu vida normal”. 

Bruno Salgado, Luxemburgo | “Es muy dificil llegar a un porcentaje alto de vacunación”

 

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Bruno Salgado vive en un pequeño pueblo a veinte minutos de la capital de Luxemburgo. Este traductor explica que “aquí es complicado llegar a cotas altas de vacunación, ya que en una población de 600.000 habitantes, cualquier persona que no se vacune cuenta mucho”. Al igual que en otros países europeos, asegura que “se lo toman menos en serio que en España, sobre todo con la utilización de la mascarilla por la calle. Aquí muy poca gente la lleva”.

Iria Rodríguez, Polonia | “A diferencia é brutal, aquí parece que non existe o coronavirus”

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“En resumen, aquí non existe o coronavirus”. Así de tajante se muestra Iria Rodríguez, una celanovesa que está actualmente en Cracovia con una beca Erasmus. “Hai unha estigmatización brutal das máscaras, chegando ao punto de que, se a levas, a xente mírate mal e pensa que tes covid”, sentencia. Además, añade que “non hai ningún tipo de restricións nin de aforos. A vida é moi semellante a antes da pandemia”.

Rodríguez explica el porqué de los buenos datos del país respecto a sus vecinos europeos: “Non se notifican casos porque non se fan probas”. También hace hincapié en la fuerza que tiene el movimiento antivacunas en el país, con “unha maioría considerable e manifestacións continuas”. En comparación, tras viajar a la República Checa, donde “si pedían o certificado para entrar en calquera lado”.

La situación sanitaria también es peculiar en este país del este de Europa, ya que, en una visita al hospital, Rodríguez se sorprendió de que “aínda que tiña tódolos síntomas compatibles co covid, a min ninguén me fixo ningunha proba PCR, mentres que en España é o primeiro que che fan”. Además, a la dejadez de la población se suma la del gobierno polaco, “que fai como que isto non vai con eles e non existe”.

Igor Miranda, Suiza | “La gente se vacunó para poder viajar a su país de origen”

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Igor Miranda vive en Basilea y trabaja en la industria. Comenta que “la principal razón por la que la gente comenzó a vacunarse es porque, al haber una mayoría inmigrante, querían viajar a sus países de origen sin hacer cuarentenas al volver”. Además, no vacunarse tiene otra desventaja: “Si viajas y no estás vacunado, tienes que guardar dos semanas de cuarentena no pagadas, por lo que pierdes mucho dinero”. También narra que “al principio de la pandemia cada ‘ayuntamiento’ tenía sus normas y la gente se movía al que más le convenía”.

Explica que “aquí la gente estaba más relajada en comparación con España, sobre todo con el tema de las mascarillas, que se usaban muy poco”. Sobre las medidas actuales, habla de un “refuerzo” debido a la llegada de la variante ómicron, y “ya es obligatorio presentar el certificado de vacunación para entrar en un restaurante, y además también debes tener la mascarilla puesta en todo momento”.

Carla Domínguez, Portugal | As medidas están enfocadas para a xente de fóra”

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Carla Domínguez está estudiando en Porto y califica de “cachondeo” el tratamiento del covid en el país vecino. “Agora implementaron novas medidas de cara ao Nadal, pero ata o 1 de decembro non era obrigatoria nin a máscara en interiores”, explica. Además, detalla que “as medidas están enfocadas principalmente para a xente que ven de fóra”

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