El tráfico de drogas en Ourense ha pasado de tener un protagonismo residual a nivel nacional, con operaciones a pequeña y mediana escala, a colocarse en primera línea. Es decir, ha pasado a ser narcotráfico, con conexiones internacionales. Al frente, hombres entre los 46 y 56 años.
Los viejos clanes, con negocio más o menos estable en el barrio de Covadonga o el casco antiguo, continúan activos pero mueven poco. Los Vietnamitas se hacen mayores o enferman y la reina del menudeo, Josefa Pérez, “Pucha”, falleció este mismo año.
Ahora, hay nuevos objetivos más ambiciosos para los grupos policiales de lucha contra la droga. Nombres que incluso saltan en los ordenadores de las oficinas de la DEA americana o la Homeland Security Investigations (HSI), la rama de investigación principal del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.
Operación Falla
Es el caso del empresario de la fruta Manuel Benito Vázquez (51 años), pendiente de juicio. La operación Falla arrancó el 2 de marzo de 2018 en la oficina de la DEA en Madrid. Desde allí se alertó a las autoridades españolas sobre la existencia de una organización criminal, con colombianos asentados en Madrid, que tenía planeado enviar una importante cantidad de cocaína oculta en un contenedor de fruta a través de una empresa ourensana, Mavaz. El rastro del narcofrutero permitió en enero de 2019 la incautación de 359 kilos de cocaína de gran pureza, ocultos en contenedores de bananas, que partieron desde Guayaquil (Ecuador), desembarcaron en el puerto luso de Leixoes y llegaron hasta nave de Frutas Mavaz en San Cibrao das Viñas. Nueve de los diez procesados -uno está en paradero desconocido-, incluido el ourensano, serán juzgados en enero de 2023 en la Audiencia de Pontevedra.
Operación Reditus
Aunque es oriundo de las Rías Baixas, Javier Janeiro Rodríguez (56 años), alias Javillo, se ocultó en Ourense y trasladó su centro de operaciones al barrio de O Vinteún, tal como se reveló en la operación Reditus en diciembre de 2021, que se cerró con 11 detenidos y la aprehensión de seis kilos de heroína, 60 de hachís y algo de coca.
En el marco de esa investigación, iniciada en enero de ese año y desarrollada de forma coordinada por la Guardia Civil, Policía Nacional y Vigilancia Aduanera, se concluyó, según los agentes, que se trataba de “un grupo criminal” que trabajaba supuestamente de forma coordinada para adquirir y distribuir la droga en Galicia y León, aunque los movimientos se orquestaban desde Ourense. En O Vinteún, fueron localizados dos garajes en los que se guardaba la droga adquirida en Madrid, Sevilla y Pontevedra.
Los investigadores consideran a Javillo a uno de los grandes narcos a nivel estatal en el tráfico de heroína.
Operación Espita
A finales de noviembre de este mismo año, la Policía Nacional detuvo a seis presuntos narcos e intervino 80 kilos de cocaína entre Ourense y Majadahonda (Madrid). La organización, en la que estaba un vecino de la ciudad, utilizaba vehículo caletados (con dobles fondos) para transportar la sustancia estupefaciente hasta el traficante a mediana escala. La droga la adquirían en Cádiz, la almacenaban en un piso de la localidad madrileña y después partía a diferentes destinos. Los agentes observaron que el principal investigado se reunió en la zona de cafeterías de Vistahermosa con Libaniel M.G, conocido por la Policía al tratarse de uno de los supuestos transportistas de la banda de Javillo.
Operación Espeto
El redoble de campanas policial acaba de suceder con la detención de un vecino de Pereiro de Aguiar, Carlos García Morales, “El Matador” (46 años), uno de los mayores capos de la droga en estos momentos a nivel nacional, según la Policía Nacional. Ahora estará en prisión una larga temporada.
Manejaba -dicen los investigadores- fardos de cocaína, pero también un arsenal de armas nunca antes visto en Europa, ni en la época del IRA. Fue detenido en Siero, Asturias, en una nave industrial donde se ocultaban 600 kilos de coca y las armas. Pero, además, le relacionan con las dos toneladas interceptadas a finales del mes de julio en aguas internacionales del Caribe.
El ourensano, con familia en A Limia, se asentó en Pereiro tras cumplir una condena de 10 años de cárcel. Había sido extraditado desde Medellín (Colombia), donde se refugió cuando el juez Garzón le pisaba los talones.
Pero según desveló la Policía este miércoles en la comisaría de Canillas en Madrid, pese a saldar sus cuentas con la justicia, estaba en el punto de mira. García Morales está considerado como el enlace entre los cárteles colombianos y organizaciones criminales europeas como la Camorra italiana, las mafias rusas o las bandas del Este de Europa a los que supuestamente surtía de cocaína desde la nave asturiana, desde un municipio lejos de la presión policial.
