El pulpo, según los veinte Baranda
REPORTAJE
En Arcos, referente mundial del "pulpo á feira", las familias del gremio miran con incertidumbre cara el futuro después de la paralización por el covid-19. Os Baranda vuelven a la nueva normalidad desconocida en la feria del 16.
Arcos es referente del"pulpo á feira" porque han sido los profesionales de esta localidad carballiñesa quienes han logrado el sabor y textura más intensos, traspasando su fama una buena parte de las fronteras del ámbito mundial. Allí, la práctica totalidad de las familias tienen entre sus miembros a más de un pulpeiro o lo son casi todos, a excepción de algunos allegados que se asentaron en los últimos años en este pueblo que con el paso del tiempo se ha ido convirtiendo en una ampliación de la villa del Arenteiro.
Os da Morocha, Os da Morena, Os Martín, Os Mantecas...son algunos de los nombres de reconocidas familias que se han ido pasando la receta de generación en generación. Entre las más renombradas y numerosas están Os Baranda, cuya tradición pulpeira se remonta a los bisabuelos, Mariano Baranda y Camila Rodríguez; después continuaron los abuelos, Juan Baranda y Elvira Plaza; siguiendo con Pepe Baranda y Leonor Fernández, hasta la actualidad que continúa en la profesión Silvia Baranda, además de aproximadamente 12 primos. En total, toda la familia suma una veintena de miembros dedicados a la actividad.
Una gran familia de pulpeiros, que se han ido introduciendo en la profesión desde que eran niños, recorriendo con sus padres y abuelos ferias y romerías. "Xogábamos, recolliamos os pratos, fregábamos, cando estábamos de vacacións. Eu con cinco ou seis anos se non me deixaban ir quedaba chorando na casa", explica Silvia Baranda.
"Nunca houbo unhos momentos tan difíciles como os que estamos a vivir agora"
Esta pulpeira, añade que "primeiro iban en carros ou utilizaban animais de carga, despois chegaron os coches de línea nos que se trasportaba de todo para as feiras. Os pulpeiros de Arcos traballaban fundamentalmente na comarca e na provincia de Ourense, aínda que tamén chegaban ata Pontevedra, meus pais ata A Cañiza". Con la mejora del transporte se extendieron por toda Galicia y España, hasta ser requeridos en países extranjeros para la celebración de determinadas fiestas, en aquellas en las que casi siempre hay un gallego que conoce el afamado pulpo de Arcos.
Silvia Baranda mira ahora como todos los de este gremio al futuro incierto que les espera después de dos meses de paralización por causa del estado de alarma del covid-19. El negocio se había ampliado hasta el punto de que viajaba por todo el Estado, fundamentalmente al País Vasco, Asturias, Cantabria y Cataluña para cocer el pulpo en fiestas y banquetes. "Agora está de moda o pulpo nas bodas en toda España e en Galicia cada vez máis", señala.
"Nós vivimos do verán para o inverno", matiza, teniendo en cuenta que tanto las fiestas como romerías o ceremonias diversas, la gran mayorías se desarrollan a partir del mes de abril. En estos momentos en que se atisba un rayo de esperanza con la desescalada, Silvia Baranda tiene la vista puesta en la feria de Carballiño del próximo 16 de mayo. Los responsables municipales anunciaron que se celebraría y Silvia Baranda no se la va a perder. Será su primera feria tras el confinamiento y aún con el covid-19 amenazando. "O medo que temos os que imos ir á feira é que non veña xente, porque para nós é moi importante xa para a maioría será a primeira despois do estado de alarma".
La madre de Silvia, Leonor Fernández, hace años que está jubilada. Aunque su marido, Pepe Baranda, había nacido en el seno de esta familia de pulpeiros, ambos emigraron a Holanda, incorporándose al gremio a su regreso, "eu xa tiña 40 anos cando collemos os postos dunhos tíos, porque cada un ten a súa propia feira ou festa", puntualizaba.
Los comienzos nunca suelen ser fáciles, pero Leonor Fernández afirma que "nunca houbo unhos momentos tan difíciles como os que estamos a vivir agora". En su opinión, "tarde volverá a ser a cousa como era e non só para os pulpeiros, para toda a xente". Lo que les preocupa es la incertidumbre sobre lo que va a pasar porque "hai xente que non ten medo, pero moita si que o ten. Podemos empezar a traballar en feiras e festas, pero se non hai público?, porque é a xente maior á que lle gusta levar para a casa o pulpo e son os máis vulnerables", señalan.
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