La burocracia corre, la digitalización de las pymes cojea

La noticia sobre los nuevos retos fiscales para pymes y autónomos en 2026 evidencia, más que un problema técnico, el profundo retraso digital de nuestro país. Que solo el 8% de estos pequeños negocios hubiera implantado VeriFactu antes de su aplazamiento hasta 2027 demuestra que el tejido empresarial real no acompaña el ritmo normativo. A ello se suma que en torno al 30% de las pequeñas empresas reconoce no saber cómo implantar herramientas de inteligencia artificial en su gestión diaria, lo que agrava aún más la brecha tecnológica.

Mientras se anuncian más impuestos, nuevos sistemas de facturación y mayores exigencias de control horario, sigue sin resolverse la brecha digital que afecta sobre todo a microempresas, autónomos y negocios en entornos rurales. Muchas de estas empresas tienen plantillas con bajas competencias digitales y menos inversión tecnológica, lo que hace casi imposible asumir cambios tan complejos en tan poco tiempo.

El retraso de VeriFactu es, en el mejor de los casos, un respiro; pero también un síntoma de que España llega tarde, otra vez, a una transformación que otros países afrontaron con más planificación, formación y apoyo efectivo. Si no se acompaña la obligación digital con una estrategia seria de capacitación, impulso de la IA y simplificación, cada nueva norma seguirá ampliando la distancia entre la economía oficial y la economía real. ¿Recuerdan aquel lema institucional de que nadie se iba a quedar atrás en la transformación digital de España? ¿Para cuándo la verdadera cita digital con la administración?

Pedro Marín Usón (Zaragoza)