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“Resultan totalmente inoportunas las descalificaciones a la Justicia”.
(Isabel Perelló, Presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial).
Con la venia, Señoría Ilustrísima, permítame aclararle algo. La Justicia es un principio moral, ético, basado en la equidad y la honestidad. Los jueces y magistrados no son, pues, la Justicia en sí misma, tienen como misión administrarla. Y como cualquier administrador de una institución democrática puede y debe aceptar una crítica a su labor. Tanto los Poderes Legislativo como el Ejecutivo, representantes de la soberanía nacional, están sometidos a la crítica popular mediante las urnas electorales. No ocurre lo mismo con el Poder Judicial, cuya legitimidad no emana directamente de la voluntad popular. Sus fallos solo pueden ser revisados por instancias y tribunales superiores que pertenecen a su mismo cuerpo corporativo.
¿A qué descalificaciones se ha referido? ¿A las palabras del presidente del Poder Ejecutivo? Si mal no recuerdo manifestó que algunos jueces hacen política, y algunos políticos hacen justicia. ¿No fueron actos políticos las manifestaciones de jueces delante de sedes judiciales en protesta por la futura reforma judicial en trámite parlamentario? Hicieron huelga por tal motivo los días 1, 2, 3 de julio. Jueces que dictan autos basados en recortes de prensa, la mayoría sin contrastar, de nulo valor probatorio. Al no disponer del valor probatorio, se afanan en las investigaciones prospectivas inadmisibles jurisprudencialmente en nuestro ordenamiento jurídico. Buscar indicios incriminatorios usando informes de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que adolecen de valor probatorio que solo corresponde al juez.
Decía Enrique S. Petracci, 1935-2014, excelente jurista y exmagistrado de la Corte Suprema de Argentina, que “todos los jueces, les guste o no, son políticos. A lo sumo les pasará como al cangrejo, que es crustáceo pero no lo sabes.” Cálmense, sus señorías. Para Winston Churchill “las criticas no serán agradables, pero son necesarias”. Espero que este “enfado jurisdiccional” no alcance el pronóstico de Tácito: “Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tiene merecidas”. Una reciente encuesta realizada por el CIS revelaba que dos de cada tres españoles no estaban conformes con la Administración de Justicia, mayoritariamente por lenta, y en otros casos por ojituerta.
Mucho tiempo he dedicado escritos, públicos o no, a la Administración de la Justicia, para poder adherirme a la popular paremia: “Abogado, juez y doctor, cuanto más lejos mejor”.
Abelardo Lorenzo
(Ourense)
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