Discursos ejemplares

El ser humano es totalmente diferente al resto de los animales porque es el único que es contradictorio. El lenguaje humano, doblemente articulado, con fondo y forma, no está capacitado para describir y reflejar la realidad. Al resto de los animales no les importa esto, ya que no tienen la posibilidad de hablar y no disponen de una herramienta que sea el soporte del pensamiento. Por eso no es necesario que las palabras estén sustentadas por los hechos.

Esto lo saben muy bien los que se dedican a la literatura, y deberían saberlo también los que esgrimen discursos políticos, ya sea en una taberna o en el congreso de los diputados. Las grandes figuras de la historia, en todos los ámbitos, también en la política, han sido personajes profundamente complejos, con sus propias manías y contradicciones. En realidad, todos los seres humanos somos así.

Esta es la razón por la cual el lenguaje político en la actualidad está condenado, más pronto que tarde, al fracaso. Se empieza por pretender hacer una limpieza con lo anterior y esto deriva en discursos ejemplares, para finalizar en la intolerancia absoluta con los postulados de quienes piensan diferente.

No hay hechos lo suficientemente sólidos como para poder mantener una verborrea altisonante y ejemplar. Hay que desconfiar sistemáticamente de quien utiliza este tipo de lenguaje. Los que hablan así no son políticos, sino gestores, y no deben estar al frente de los partidos políticos, sino de las empresas, no pueden ocupar las instituciones si no tienen vocación de servicio.

Esto va para todo el espectro político de nuestro país en la actualidad. Cambien el discurso, hagan política, no gestión. La política es, ante todo, ilusión. Y el lenguaje es el instrumento para convertir esta ilusión en algo mágico y trascendental. Este país lo necesita.

Alberto Quintairos Rodríguez (Ourense)