Engaños en Negreira

Publicado: 30 may 2019 - 00:48

Por mucho que en su fachada figure -a todo color- un coqueto rótulo de servicio de atención al público del Registro del Catastro del Ayuntamiento de Negreira, como reclamo a los contribuyentes de que allí hay gente que se preocupa de sus problemas, al final resulta que todo es burocracia y de la mala. De atención nada de nada y de pública menos. Me explico: quiero saber los nombres de los lindantes de dos fincas, pues tengo problemas con la superficie y conocer a los actuales propietarios, ya que el inventario que tengo data de ciento y pico de años.

Me dirigen a una oficina en donde me dan un mapa de situación de las dos fincas, a todo color y en A3. “Chapeau” a la cortesía y amabilidad del funcionario. Luego para saber los nombres de los titulares me dirigen a otra oficina. Empieza el mal fario. La titular empezó las vacaciones ayer. Y aunque les diga en dónde están los planos y fichas, por haber llevado ese servicio en mi época de funcionario, me niegan su examen. Luego me dirigen a la Policía Local, que también tiene dicho fichero. El auxiliar novato que me atiende, a desgana, después de darle el número del polígono y el de la finca, me dice que no puede suministrármelo. Él lo está viendo en la pantalla. Al salir me encuentro con otro policía Local, excompañero, quien me dice que el suplente de tales documentos es otro policía, pero que hoy, precisamente, está libre. Ni el reintegro, vamos.

No sé muy bien porqué, pero me vino la risa, esa risa callada, acompañada de esa sonrisa silenciosa y tonta que a veces me sobrevuela, y pensé que ahora mismo yo formo parte de esa ciudadanía de los pensionistas jubilados, pensando que a veces el disfraz de un payaso puede darnos más seguridad que la de los cuerpos de alguna policía municipal.

Como era la hora de vermú, este pequeño contratiempo no podía estropeármela ni amargármelo, -por aquello de que toma consejo con el vino, pero luego decide con el agua-, así que cavilando en ello, después del primer vermú, aún tuve tiempo y ocasión de dedicarle otro a tan buenos y patriotas agentes y demás funcionarios que se ocultan debajo de tan acicalada y presumida caratula de un servicio que no se presta o se presta deficientemente.

Mi amigo y vecino, el más viejo de la parroquia, me dice que hay que aprender a estar bien con los demás, pero muchas veces, como en este mi caso, también sin los demás.

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