Gentes de Negreira

Publicado: 29 jun 2018 - 10:46

Estoy totalmente de acuerdo con todos aquellos vecinos de esta Muy Noble y Leal Villa de Negreira que dicen que una cosa es la intención y otra el logro, aunque suene a frustración reprimida. Es dicho claro y pronto -no quiero que parezca una invitación al vómito- aunque lo diga bien alto con la camisa algo desabotonada. Sin ninguna provocación.

Pasó hace ya algunos años, coincidiendo con la primera aparición de un centro comercial en este mi pueblo. Estaba haciendo unos recados una tarde bochornosa de junio cuando burbujeando entre distintos estantes, precios, marcas y otras novedades que no vienen a cuento, descubrí, todo estupefacto, como una señora joven y su hijo camuflaban una colonia en un bolsillo del abrigo. Eran vecinos míos, de la aldea, a los que tenía conceptuados como ejemplares personas.

Hice que no veía, viendo. Luego coincidí a la hora de pagar y me percaté de que tanteaba por varias veces el bolsillo donde iba la emigrante o polizona colonia. Cuando se lo comenté a mi mujer, toda incrédula me dio tres respuestas: una, que no era hora de beber a esas horas; otra, toda solicita, que si necesitaba un café negro bien fuerte, y la última, que fuera a dormir un poco, que era todo lo que necesitaba.

Lo pensé muy poco, a pesar de que en la escuela siempre estuve entre la mitad de los alumnos que permitían la existencia de la otra mitad aprobando siempre con nota. Lo que le respondí fue que si ella me lo contase tal como yo lo había hecho, que tampoco la creería. Pero lo que no podía negar era lo que había visto aunque también a mí me pareciese imposible.

Creo que desde aquel día, mi buena esposa llegó a confiar más en mi humilde persona. El matrimonio está hecho de pequeñas e insignificantes cosas, aunque para llegar a él se usen muchas mentiras en el camino, me dijo una vez mi vecino y más viejo de la parroquia. ¡Y lo que me contó luego durante cinco largas tazas de ribeiro!...

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