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Durante todo el primer tiempo del partido de octavos de la Champions ante el PSG, el Madrid anduvo como un barco a la deriva, a expensas de su rival y, sobre todo, de las genialidades de un jugador de otra galaxia que marcó tres goles eléctricos, aunque dos anulados por encontrarse en fuera de juego.
Si hubo un protagonista en la eliminatoria ese fue el “mago” Mbappé, que tuvo al Madrid a su merced, pero cuyo trabajo fue echado a perder por un infantil regalo de Donnarumma, que posibilitó al Madrid una de esas remontadas épicas que tanto gustan en el Bernabéu, una remontada que no hubiera sido posible sin el fallo estrepitoso del meta del equipo francés y la fulgurante reacción del equipo blanco, con un Benzema inspiradísimo, que marcó tres oportunos goles que sirvieron para salvar la eliminatoria y plantarse en los cuartos de final.
No hubo, por tanto, sorpresa en el Bernabéu, y el Madrid ganó el partido cuando parecía ya fuera de la competición, y remontó, como en tantas otras ocasiones, un marcador adverso. A pesar de ello, si hubo algún jugador que brilló por encima de los 22, ese fue Kylian Mbappé, un jugador extraordinario capaz de desestabilizar a cualquier defensa y de fabricarse goles sobrenaturales, pero que no fueron suficientes para doblegar a los blancos, que en su feudo, logran hacer milagros.
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