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Acaba de fallecer el sacerdote que ocupó el cargo de vicario de Pastoral por primera vez en Ourense en los últimos años de monseñor Temiño y en parte del pontificado de Diéguez Reboredo hasta 1995. Natural de Cartelle (4.4.1923), una de las parroquias con mayor número de sacerdotes nativos, vivió sus últimos años muy disminuido físicamente en su pueblo de San Pedro de Cartelle. Sin duda Losada Castiñeiras era un personaje especial. Entregado a su cargo, por el que trabajo con denuedo con desiguales éxitos porque, todo hay que decirlo, se movió siempre entre la utopía, el afán de llegar a todas partes y una permanente búsqueda de nuevos cauces pastorales.
Licenciado en Teología y en Escritura por la Gregoriana y el Bíblico de Roma, fue un inquebrantable amigo de sus amigos. Luchaba y daba la vida por ellos aun cuando sufrió alguna decepción. Y por encima de todo un enamorado de su pueblo (Cartelle) por el que se gastó y desgastó. Tuvo gran protagonismo en la ubicación del Grupo Escolar San Marcos en el monte de A Tarelam frente a quienes deseaban llevarlo para Outomuro. Al final valió su opinión y, sobre todo, la de Gómez Franqueira frente al párroco de Santabaia, D. Francisco Gayo, entre otros, que se movieron también en Madrid para llevar a Outomuro el centro educativo.
Fruto de su manera de ser y ver las cosas fue aquel enfrentamiento con el obispo Blanco Nájera, en 1950, tras una interpretación suya sobre el dogma de la Inmaculada. Fulminantemente Nájera le mandó a Xunqueira de Espadañedo (1.7.1950) después de ser profesor en el Seminario. Tras la llegada del obispo Temiño, lo envió en 1953 a estudiar a Roma, lo restituyó como profesor y, tras una oposición en 1962, le nombró canónigo lectoral y más tarde lo elevó a dignidad de arcediano en 1981. El obispo Diéguez consiguió para él y para Jesús Pousa y Eligio Mojón los títulos de monseñor.
Pierde Cartelle un gran valedor y la diócesis un sacerdote que como tal fue fiel a su ministerio con sus luces y sombras. Descanse en paz, Don Emilio, y confío y me gustaría verle en el cielo fundido en un abrazo con D. Francisco Gayo, Blanco Nájera y tantos amigos como aquí en la tierra ha tenido. Pido para usted un descanso feliz en el lugar en el que todo se ve claro y tal vez de otra forma distinta a la humana. Celebraré mis misas por su eterno descanso.
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