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CARTA AL DIRECTOR
“El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y aceptar el futuro en lugar de imaginarlo. En la escuela son obligatorias las clases de impotencia, amnesia y resignación”
(Eduardo Galeano).
Cansado me levanté, tanto o más como cuando me acosté. Traspasar los límites de mi barrio supone fatiga en andares y reproducción de dolores lumbares. Ayer salté fronteras para acudir al encuentro de mi vástago en la siempre maina y acogedora la villa que bautizara Celso Emilio Ferreiro como “O mundo que se chama Celanova”.
Medito sobre las palabras de Eduardo Galeano. Me asaltan dudas. ¿El mundo al revés o es que yo deambulo hacia atrás? De momento cedo en seguir leyendo. Atrás quedan mis últimas lecturas de las obras de Arantxa Tirado Sánchez (“Venezuela. Más allá de mentiras y mitos”) y Tareq Baconi (“Hamás. Auge y pacificación de la resistencia palestina”). Hoy son ejemplares que descansarán en un estante de mi biblioteca. Y amaina mi deseo de volver a leer a Ilán Pappe, en una nueva edición de “Los diez mitos de Israel”, cuando epiloga con el actual genocidio en Gaza.
Parece ser que he nadado contra corriente. Resulta que el galardón de Premio Nobel de la Paz se le ha concedido a una dama belicosa, que clama a gritos una intervención armada extranjera a su propio país. Guerra y no paz. Al mismo tiempo, se ha celebrado y rubricado en Egipto el “Plan de Paz en Gaza” de Mr. Trump. De momento, lo que se constata es un tímido alto el fuego (sigue habiendo muertes de civiles gazatíes), y una ayuda humanitaria a cuenta gotas. Aquella ceremonia, fue en realidad un multitudinario besamanos al César Imperator Yanqui. Al acto acudió Pedro Sánchez, indisimuladamente, a rendirle pleitesía al amo de la OTAN. Y es que como decía cierto refrán político mexicano, “aquel que se mueva, no sale en la foto”. Foto, pues, para enmarcar en La Moncloa.
Abandono el foco mediático en el que no visualizo paz sino tambores de guerra. Porque ¿pará que se “obliga” a los países más inversiones en armamento? ¿Defendernos de quién? ¿Atacar a qué enemigo?
Me considero un amante de la paz. Por ello no voy a luchar en contra del cansancio que retorna combativo a derrotarme. Una derrota que hará que una página más de mi cuaderno de bitácora quede en impoluta blancura.
Abelardo Lorenzo
(Ourense)
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