Tiranías

La RAE define la tiranía como abuso de poder, fuerza o superioridad. Más allá del ámbito político, estas formas de dominación aparecen también en numerosos aspectos de la vida cotidiana, influyendo de manera silenciosa pero profunda en nuestro comportamiento y bienestar.

Una de ellas es la tiranía estética, que impone un ideal de belleza inalcanzable y ajeno al paso natural del tiempo. Hoy parece inadmisible una piel arrugada o un cuerpo que no se ajuste a los cánones dictados por la moda; y, fruto de ello, la industria cosmética y de los retoques estéticos encuentra un terreno abonado. Esta presión no solo promueve el consumo, sino que contribuye al auge de trastornos como la anorexia y otros problemas de la conducta alimentaria, que afectan especialmente a jóvenes atrapados entre la exigencia de la perfección y el miedo a no encajar.

También vivimos bajo la tiranía digital, la de los influenciadores, donde el valor personal parece medirse por el número de seguidores. Esta carrera por la visibilidad lleva a algunos a asumir riesgos extremos para grabar contenidos más llamativos, con consecuencias trágicas en varios casos recientes.

Existe además una tiranía asociada al éxito profesional. Un estudio paradójico apunta al acortamiento de la vida de los cantantes en Europa y Norteamérica: el mundo soñado por muchos no es el que mayor longevidad produce. La fama efímera, acompañada de estrés, presión mediática y estilos de vida poco saludables, incrementa en un 33% la probabilidad de morir antes de tiempo.

Son distintas tiranías que, vistas desde fuera, pueden resultar atractivas, pero esconden un lado oscuro: la imposición de modelos que cambian con la edad, con las modas o con estilos de vida que no siempre conducen al bienestar.

Hoy, como ocurre también en la política, tendemos a fijarnos en la superficie, en ese supuesto “Dorado” que no es más que un espejismo, un oropel que oculta los costes personales que esas tiranías dejan tras de sí.

Pedro Marín Usón (Zaragoza)