NAVIDAD EN GALICIA
El Apalpador, el Tizón de Nadal y otras tradiciones de la Navidad en Galicia
NAVIDAD EN GALICIA
La Navidad en Galicia tiene su propia identidad. Tradiciones como O Apalpador, O tizón de Nadal, las panxoliñas y los belenes vivos dan color a unas festividades con su propia idiosincrasia en la comunidad gallega.
Conoce todo sobre las tradiciones navideñas de Galicia más icónicas y sus orígenes.
A pesar de que las fiestas de Navidad en Galicia comparten el mismo origen cristiano y varios rituales con el resto de lugares que celebran esta festividad, la realidad es que el Nadal galego también cuenta con fuertes influencias de la cultura pagana y celta. Tradiciones como el tizón de Nadal o el lume novo, son ritos que atestiguan las raíces ancestrales de Galicia. Otro elemento que se deja ver en las celebraciones navideñas gallegas es la influencia de la cultura labriega. En definitiva, las Navidades en Galicia tienen su propia personalidad, cargadas de simbolismos, espiritualidad y magia.
El Papá Noel gallego por excelencia. O Apalpador, Apalpabarrigas o Pandingueiro es uno de los personajes más míticos del Nadal en Galicia. Este hombre mágico es un carbonero vestido con andrajos que, en Nochevieja, a diferencia de su homólogo nórdico, que trabaja en Nochebuena, visita a los niños en sus casas, les palpa la barriga y, si no detecta que está llena, les deja un puñado de castañas.
El historiador Xesús Taboada Chivite recoge en sus estudios sobre ritos y creencias gallegas la existencia de este ritual, en el que se le palpa la barriga a los niños en Nochevieja, que recibe el nombre de 'noite do apalpadoiro'.
Se trata de una tradición más típica del oriente gallego y de lugares de la provincia de Lugo como las comarcas de Sarria, Quiroga, Lemos, Terra de Trives y Os Ancares, que podría considerarse como el "Polo Norte" del Santa Claus gallego.
La tradición del Apalpador no llega sola. Viene con su propia banda sonora. Existen canciones y refranes que han llegado hasta nuestros días y que se pueden oír en la 'noite do apalpadoiro'. En ellas se advierte a los más pequeños de la inminente llegada del personaje y de la necesidad de que se vayan pronto a dormir. Una de las más conocidas es esta:
Hoy en día, la tradición de O Apalpador ha vuelto a ganar reconocimiento y se le puede ver visitando varios pueblos gallegos durante las fechas navideñas. Saluda a los niños, participa en desfiles, talleres infantiles, sesiones de cuentacuetnos y actuaciones musicales. Monforte, Corcubión o Ferrol son algunos de los lugares que reciben la visita del místico hombre de las montañas. En Lugo, incluso tienen la Apalpadora, la versión femenina.
O tizón de Nadal, cepo de Nadal o cachopo de Nadal es un gran tronco de madera que en la Nochebuena se prende en el lar después de haberlo barrido y limpiado cuidadosamente. Es una tradición ancestral ligada a ritos paganos indoeuropeos y celtas de las celebraciones del solsticio de invierno. Como en muchas ceremonias que implican el uso del fuego, el tizón de Nadal simboliza el destruir lo viejo para dar paso a lo nuevo.
Esta costumbre bebe directamente de la naturaleza agraria del pueblo gallego. En la Navidad ancestral en Galicia, que se inserta en la tradición cristiana desde el siglo IV, el agricultor, debido al mal tiempo y a los días cortos, concentra su esfuerzo en trabajos artesanales dentro de la casa o en labores como la matanza del cerdo. Era entonces cuando la familia entera se reunía al rededor del fuego y, según la tradición, también las ánimas de los antepasados muertos.
También entre los pueblos celtas galaicos existía la costumbre de mantener una vela encendida en honor a la diosa Madre Tierra durante el solsticio de invierno, usando los restos de la vela del año anterior. Debía arder, por lo menos, doce horas para traer buena suerte. Basada en esta tradición surgió una de las tradiciones más antiguas y de mayor arraigo en Galicia.
En la costumbre gallega el "tizón" debe quedar encendido en el lar hasta Año Nuevo. En lugares como Becerreá durante todo el año, dándole todos los días fuego aunque fuera por poco tiempo. Esta madera tiene también un valor protector. Después de pasado el año se dejaba apagar, pero se conservaba para encenderlo de nuevo durante las tormentas o cuando se avecinaba una desgracia en la casa.
En algunas comarcas para hacer el cepo se usaba el llamado "lume novo" o fuego nuevo, un ejemplo de tradición grupal en Navidad. Las brasas de este fuego se hacían en los lares quemando toxo y después se usaba esa leña el Sábado Santo en el atrio de la iglesia y se guardaba para dar suerte a la familia, volviendose a encender por la Nochebuena. Al rededor de ese fuego de Nadal se cantaban panxoliñas, se contaban historias de la Santa Compaña, mouros, serpes, encantamientos...
Las costumbres también dictan cuál es la madera más apropiada para esta tradición. La preferida es la de roble, aunque también se empleaba el fresno, haya o abedul. Cuenta la tradición que si se conseguía que el tizón hiciera una brasa encendida durante toda la noche y llegaba al amanecer con calor, habría suerte todo el año.
La versión gallega de los villancicos. Es un subgénero de lírica que consiste en una composición popular de temática religiosa que se canta en Galicia por Navidad. La gran diferencia con los villancicos es el carácter más popular de las panxoliñas. Mientras los villancicos se cantan en las iglesias con textos populares o poemas de autor, y reservados para la liturgia de las fiestas principales, la versión gallega son cantadas por el pueblo ante el Belén o en la fiesta de Nadal.
Se sabe de la existencia de panxoliñas desde el siglo XV, aunque no nos llegó ningún documento que explique sus características, tan solo referencias y como se organizaban los vecinos para ir a cantar al niño Jesús y al portal de los Reyes.
El nombre 'panxoliña' tiene sus orígenes en las primeras palabras del himno Pange lingua gloriosi corporis mysterium escrito por Tomé de Aquino en el siglo XIII. En 1958 se recuperó el término con la publicación de un texto de Cipriano Torre Enciso, periodista y etnógrafo.
Una de las más famosas es la traducción al gallego de Adeste Fideles, atribuida a John Francis Wade, al rededor de 1743.
Los belenes vivos son una tradición que con el paso de los años se ha ido consolidando en Galicia. Tanto en hogares privados como en sitios públicos o centros de culto, los belenes animados destacan en ciertos municipios en los que se les puede llegar incluso a considerar como de interés turístico.
Por ejemplo, el Belén de Valga, en Pontevedra, cuenta con más de 4.000 figuras y es uno de los más famosos de toda la comunidad. En Begonte, Lugo, se encuentra uno de los más longevos. Un nacimiento electrónico que desde 1972 anima las fiestas con un toque más local, al incluir escenas propias de la cultura comarcal de Terra Chá.
El de la Orden Tercera de San Francisco, en Ferrol, destaca por sus décadas de historia y la complejidad de su funcionamiento. Para animar este belén manualmente de forma correcta, los "muevefiguras" tienen que ensayar cada año la función.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
NAVIDAD EN GALICIA
El Apalpador, el Tizón de Nadal y otras tradiciones de la Navidad en Galicia
MESES EN CONDICIONES PRECARIAS
Localizados en Sober un menor y su madre con orden de búsqueda en Alemania
40 AÑOS DE ADHESIÓN A LA UE
Del crecimiento del PIB a las ayudas de la PAC y en el progreso del Camino
Lo último