El abrazo de la reconciliación

Apesar de que el mundo está dando diente con diente por las ocurrencias de Trump, el injustificable ataque ruso a Ucrania, los bombardeos de Gaza y otras guerras modernas que son incluso más despiadadas y silenciosas que las guerras de toda la vida, hay argumentos que demuestran que la paz es posible y es posible aspirar a la hermandad de los seres humanos como decía el buen John Lennon al que en su delirio, muchas generaciones tomaron como reencarnación en la tierra de Jesucristo y mira que fue una buena pieza cuando era joven antes de que le diera por cantar a la paz y meterse con Yoko en la cama. Lennon era el mejor tocando la armónica y la guitarra, tocaba razonablemente el piano, pero era un bajista deplorable y su discurso político tenía la inconsistencia estructural del que se lo ha ido inventando sobre la marcha y mira que es uno de esos personajes al que adora incondicionalmente y cada día que lo escucho aprendo algo.

Claro que metiéndole cuatro al Inter en un partido en el que Messi no se enteró ni de qué color era la pelota, la cosa de la reconciliación es más fácil

Ya me distraído con nada pero vamos a lo que vamos y a lo que vamos es que en medio de tanto conflicto y tanta tragedia han llegado Messi y Luis Enrique para firmar el armisticio y acreditar ante la civilización occidental que se han reconciliado demostrando a Putin, Netanyahu y Trump que es posible la reconciliación y que se puede alcanzar la paz sin que sea una misión imposible lograrlo. Al parecer, en tiempos pasados, el asturiano y el rosarino tuvieron sus más y sus menos y pasaron cosas como ha sugerido el astro argentino en alguna de sus declaraciones. La galaxia entera esperaba el rencuentro de estos dos personajes coincidiendo con el partido que enfrentaba al Inter de Miami en el que juega Messi y el Paris San Germain que entrena Luis Enrique en esta primera edición del Campeonato Mundial de Fútbol de clubes que se celebra en Estados Unidos, y como quiera que las cosas entre ellos acabaron fatal, asistía expectante al momento en que se vieran las caras, ignorando el vulgo por dónde saldría el encuentro conociendo el pronto de Luis Enrique y el hermetismo de Leo. Hubo fumata blanca y ambos se dieron un abrazo en el que se contienen las esencias de la concordia que dignifica al género humano. Claro que metiéndole cuatro al Inter en un partido en el que Messi no se enteró ni de qué color era la pelota, la cosa de la reconciliación es más fácil.