Plácido Blanco Bembibre
HISTORIAS INCREÍBLES
Navidad o la fragilidad de Dios
"María, María! O teu fillo fuma porro”, cantaba Heredeiros da Crus en los desvergonzados años 90. El hijo ya habrá sido padre, quizá tenga algún nieto si el heredero o la heredera le ha puesto interés y es probable que continúe atufando a canuto. Antes lo hacía en garitos que escandalizaban a sus padres y a los que poco tiempo después no dejaría acercarse a sus hijos, ahora fumará en la intimidad de su casa para no tener que aguantar globos ajenos o en el parque mientras pastorea al nieto para que curren los padres.
La fábula puede sonar a voladura de columnista sin tema para llenar el folio ni ganas de dejarse atrapar por las redes de una política de bajura, pero la idea surgió en un parque mientras el sol iluminaba la lectura al arrimarse con disimulo un hombre de unos 70 años para olisquear el cigarrillo que acababa de liar. La primera impresión fue que se trataba de un exfumador con ganas de recordar sensaciones, como un atleta retirado que sale a soltar piernas. Correr genera una dependencia similar a fumar, sólo que la satisfacción puntúa de manera distinta en la escala de la salud. La cara se le llenó de plenitud con el primer aroma sisado, pero la nariz detectó que algo fallaba al segundo arreón. “Pensé que llevaba mezcla”, comentó el hombre con un giro inesperado de interés. Le faltó añadir “pardillo”, aunque seguramente lo pensó, porque ya estaba a varios metros sin esperar respuesta.
Resultaría más provechoso compartir una calada de permisividad legislativa
Hace unos años, un colega que acababa de jubilarse aprovechó la intimidad del cigarro después de una comida para preguntar, bajo el criterio de las dos décadas de diferencia, si tenía de mano un punto para pillar marihuana con periodicidad. El tío llevaba fumando toda su vida, su hijo, que le había mangado hachís en la adolescencia para fardar con sus colegas, no fuma ni tabaco y una vez jubilado a él le producía pavor andar preguntando por los bares. Tampoco le seducía la idea de cultivar unas plantitas de maría en la terraza por si algún vecino se chivaba y la madera le tocaba en la puerta con la sanción en la mano. No hay semana sin noticias de una gran operación policial. Resultaría más provechoso compartir una calada de permisividad legislativa, no es peor que el alcohol, en vez de tener a la policía persiguiendo plantas.
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