Sergio Otamendi
CRÓNICA INTERNACIONAL
Dos éxitos o dos fracasos
Con la seguridad repetida de quien sabe que tiene al otro lo que en catalán se expresa con la voz “agafat”, o sea, bien cogido para entendernos, Junts, por boca de Jordi Turull, advierte a Sánchez que sea diligente, porque la paciencia de Puigdemont se ha colmado y es tiempo de cumplir lo que le fue impuesto, a cambio de esos siete votos que lo sostienen en la Moncloa. El secretario general de Junts habla claro y le recuerda a Sánchez que se ha agotado el tiempo de prórroga que, gracias a la sugerencia del mediador internacional, se le otorgó al PSOE para cumplir la agenda pactada. Y, aunque le impusieron a Sánchez la delegación de competencias en materia migratoria y control de fronteras, como corresponde a las competencias propias de un Estado, las cuentas no salen. Todo está por hacer.
Y atentos a la advertencia de que él es sólo el mensajero del interlocutor con el que tiene que entenderse el Gobierno, que es Puigdemont, si bien esa encomienda ya la cumple Zapatero, a quien el fugado le merece confianza
Una de las evidencias más expresivas del nivel al que hemos llegado en este asunto, fue la propia explicación con la que el presidente del Gobierno trató de disculparse, porque no era nada para alarmarse haber cedido en ese vital punto competencias del Estado, porque “tanto los Mossos como lo Ertzaintza son Fuerzas y Cuerpo de la Seguridad del Estado”. Lo que es sencillamente mentira y una salida pata de banco, según Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Jefatura del Estado (BOE núm. 63, de 14 de marzo de 1986) su Artículo primero.1 dice: “La Seguridad Pública es competencia exclusiva del Estado. Su mantenimiento corresponde al Gobierno de la Nación. Y el Artículo noveno señala: “Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ejercen sus funciones en todo el territorio nacional y están integradas por: a) El Cuerpo Nacional de Policía, que es un Instituto Armado de naturaleza civil, dependiente del Ministro del Interior. b) La Guardia Civil, que es un Instituto Armado de naturaleza militar, dependiente del Ministro del Interior, en el desempeño de las funciones que esta Ley le atribuye, y del Ministro de Defensa en el cumplimiento de las misiones de carácter militar que éste o el Gobierno le encomienden”. O sea, que Sánchez o no lo sabe o miente. O sea, que las fuerzas policiales de determinadas autonomías son otra cosa.
Pero volviendo a Turull, éste expresa su descontento y urge al Gobierno a espabilar porque “la amnistía no se está aplicando, el catalán sigue sin ser oficial en Europa y se acordó el traspaso de las competencias de inmigración, pero hay que conseguir y negociar los votos. Lo del catalán fue para acordar la Mesa del Congreso, la amnistía era para la investidura. Si todo esto sigue pendiente, la desconfianza se va ampliando”, advierte. Y añade que las cosas pueden cambiar. Y como ya hace su portavoz en el Congreso, Miriam Nogueras, dice que se permite a los jueces “pravaricar” y que Sánchez debe reconocerlo y aplicar medidas.
Y atentos a la advertencia de que él es sólo el mensajero del interlocutor con el que tiene que entenderse el Gobierno, que es Puigdemont, si bien esa encomienda ya la cumple Zapatero, a quien el fugado le merece confianza. Pero Turull va a más allá y señala que es el propio Sánchez es quien tiene que reunirse con su jefe. El secretario de Junts dice que la negociación sobre los presupuestos está parada, mientras sigue pendiente una parte magra de las transferencias y compensaciones que se deben a Cataluña. En resumen, que no se volverán a negociar con Sánchez hasta que se hayan ejecutado los acuerdos firmados en Suiza y avalados por un mediador en conflictos internacionales entre naciones. Lo dice de modo elocuente, como corresponde a un negocio: “No se entra en nuevas cuentas hasta que se acredite que se cumplen las presentes”. Ellos han confiado en Sánchez, pero éste se ha abandonado, y si no cumple, que no cuente con ellos. Lo de Zapatero, reconociendo que deben ser reconocidos como nación no les ha convencido. Quieren que sea el jefe, y no éste comisionado el que se vea con Puigdemont. Y lo tienen agafat. Y no hace falta decir por dónde.
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