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Toda guerra civil es monstruosa pero la de Siria lo es tanto que faltan palabras para describir el horror de Alepo, ciudad a punto de recuperar Bashar Háfez al - Ásad tras cinco años sometida a milicias religiosas más asesinas que el propio dictador.
Las noticias estadounidenses sobre la guerra en Alepo, que tenía 2,1 millones de habitantes en 2011, acusan a las fuerzas gubernamentales de cometer matanzas y destruir la ciudad.
Pero los rebeldes, entre ellos los yihadistas de la rama local de Al - Qaeda, que se levantaron apoyados por Barack Obama y Hillary Clinton contra Al - Ásad, cometieron masacres atroces, como informan las noticias de procedencia rusa y alguna francesa y alemana. En realidad, el levantamiento contra Al - Ásad se produjo porque ya su padre perseguía desde los 1970 a los fanáticos islamistas que pretendían crear una dictadura religiosa sunita.
Durante la pseudo democráticaPrimavera Árabe 2010-2013, y con apoyo estadounidense, los fanáticos mayoritarios se rebelaron para imponer algo parecido a lo que resultó luego el Califato terrorista del DAESH; y recuérdense su extensión porEgipto y Libia. En Alepo había 250.000 cristianosque sufrieron ejecuciones masivas de los yihadistas; hicieron algo parecido conlos musulmanes que parecían menos fanáticos, por lo que la mayoría, aparentemente, se fanatizó enseguida.
Las masacres de ambos contendientes continúan, y ahora esas milicias yihadistas a las que EE.UU. llamaba "freedomfighters", luchadores de la libertad, tratan de salvarse del acoso gubernamental y ruso, tardíamente apoyados por Turquía, que está a 45 kilómetros de la ciudad, y que anteriormente era aliada de esos islamistas. Las partes enfrentadas en esta guerra son monstruosas, de brutalidad infinita, y sólo merecen conmiseración los supervivientes entre los dos fuegos, principalmente los cristianos que, como los judíos antes, son las víctimas más fácilmente exterminables.
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