Las canciones se quedan cuando los músicos se van

No renuevan

Una de las cosas más fascinantes de la prensa del corazón es lo mucho que leemos sobre vidas que nos importan tanto como los pactos de estado contra el cambio climático de Sánchez. Esta semana hemos sabido que Kiko Rivera ha roto con Irene Rosales o al revés. Lo último que sabíamos de la pareja era una publicación de Irene en Instagram donde aparecían muy acaramelados, allá por el mes de abril. Tras la separación amistosa ha habido –como siempre- guerra de comunicados y a mi lo que más me divierte es que la prensa especializada se ha puesto a debatir si el de Kiko Rivera lo ha redactado ChatGPT. Lo he leído y lo único sospechoso es que está demasiado bien puntuado y quizá un abuso de adjetivos entrañables razonablemente bien seleccionados. Apuesto a que Kiko le dijo a la IA “Soy el hijo de la Pantoja y quiero un comunicado para anunciar mi separación, que sea escueto, entrañable y que no me traiga más problemas de los que tengo”. Voilà

En su momento

No paro de escuchar en todas partes que Leiva está en su mejor momento. Esta semana ha dado otro gran concierto veraniego, rodeado de rostros conocidos, en el Marenostrum Fuengirola. Hace ya tiempo que la mitad de Pereza tomó las riendas de su vida personal y artística, y ha logrado revestirse de un personaje público icónico, que conserva bastante de lo que es el Leiva que no conocemos, en su vida privada. Expone sus miedos, se muestra humilde y cercano, se ríe de sus demonios, y admira el talento de los demás. Ha aprendido a surfear la histeria de la fama que un día se le cruzó junto a Rubén Pozo y de la que ya no se ha podido apear. Ya sabes, le piden autógrafos en el baño de los restaurantes, le escriben cartas de amor los más locos y locas de la ciudad, y todo el mundo vuelve la cabeza y cuchichea cuando se sienta en la sala de espera del urólogo. “¿Ese no es Leiva?”. “Increíble, no sabía que tenía próstata como cualquier otro”. “Algo tiene. Yo últimamente lo noto muy amarillo en los videoclips”.

Recordando a la vecina

Nada une más que un baño agosteño. Supongo. Nuria Roca y Juan del Val trataban de darse un chapuzón anónimo en Cádiz hace unos días, cuando apareció el gran objetivo, imagino que oculto bajo un arbusto. Clic, clic, clic. Tremendo reportaje de cerca de 70 fotografías, gracias al cual hemos podido ver cada pequeño instante de su entrada en el mar. Especialmente elocuente es la cara de fistro de la pradera que pone del Val cuando el agua va ascendiendo y alcanza por vez primera la delicada línea de flotación masculina. Nuria estuvo a punto de perder las gafas de sol que es algo que solo te pasa cuando te bañas con gafas de sol. Sé que ha hecho millones de trabajos después, pero yo cada vez que la veo sigo viendo a la vecina sexy de Emilio Aragón en Javier ya no vive solo. Ya nadie se acuerda de esa serie y no me creerás, pero es lo más tronchante que ha hecho Milikito en su carrera. Se decía entonces que Nuria actuaba fatal, muy forzada, y que estaba ahí solo por ser guapa. Yo solía responder con bastante sentido común: ¿y a quién demonios le importa cómo actúe Nuria Roca?

Con honores

Tristísima noticia en la vida social española, la muerte de Manuel de la Calva, del Dúo Dinámico. En la capilla ardiente vimos a su mitad, Ramón Arcusa, tan afectado como cualquiera puede imaginarse, y a un montón de rostros conocidos: desde Miguel Ríos o Massiel, hasta Paco Clavel o José Manuel Parada. El gran Julio Iglesias, que se prodiga lo mínimo muera quien muera, ha enviado el pésame a través de una carta abierta al Dúo Dinámico, en la que proclama que con ellos nació el pop en España: “Vuestras lecciones cambiaron mi carrera para siempre”. La gratitud es señorío. Descanse en paz, un artista gigante y un buen hombre.