Miguel Anxo Bastos
Extremadura: la clave está a la izquierda
VÍA DE SERVICIO
Las comparecencias urgentes de cuatro ministros en el Senado no le están saliendo nada bien al partido de Alberto Núñez Feijóo. A falta de la comparecencia del ministro de Agricultura, Luis Planas, probablemente uno de los miembros del Consejo de ministros que mejor se sabe su materia y que llegará apoyado en las medidas de urgencia aprobadas por el Gobierno para tratar de paliar los efectos de los incendios, las precedentes de la ministra de Defensa, Margarita Robles, de la vicepresidenta tercera, Sara Aagensen y del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, han dejado la sensación de que los ministros sabían muy bien cual había sido su gestión durante esta crisis mientras que los portavoces populares se han quedado en la espuma del asunto, han repetido las consignas consabidas sobre la ineficacia del Ejecutivo y no han pasado de las críticas genéricas del manual de la crispación sin dar ninguna oportunidad a un acuerdo entre los dos grandes partidos. Para poco han servido unas comparecencias salvo para escribir un nuevo capítulo del manual de la crispación.
A Margarita Robles resulta difícil rebatirle que el Ejercito, no solo a través de la UME, está al servicio de los ciudadanos ante este tipo de catástrofes, o que no haya sido diligente para proveer los medios que le solicitaron, en algunos casos de forma exagerada y que se quedaron sin utilizar pese a la urgencia con que se demandaron.
La intervención de la ministra de Transición Ecológica siguió el mismo derrotero que su predecesora pare evitar la confrontación directa con el PP, no por ello sin dejar de explicar lo evidente, que las competencias en la gestión de los incendios, desde la prevención a la extinción, corresponde a las comunidades autónomas y realizó un ejercicio de transparencia al hablar de la gestión de los recursos que se le pidieron. De la respuesta del PP a su gestión quedará para los anales la intervención del portavoz Francisco Javier Márquez, que como argumento de autoridad llamó “gorrón” al presidente del Gobierno por veranear en La Mareta, lo que da idea del nivel de su intervención en la que repitió datos ya desmentidos por el Ejecutivo sobre los medios disponibles. Por supuesto, las alusiones de la vicepresidenta tercera a las consecuencias del cambio climático y la necesidad de un pacto de Estado sobre la materia cayeron en saco roto.
La comparecencia de Grande-Marlaska tuvo un carácter más duro tanto en la defensa de la gestión de las distintas áreas de su departamento como en el enfrentamiento con el PP al que recriminó que ni las acusaciones sin fundamento, ni el negacionismo climático y las pulseras telemáticas para los pirómanos arreglarán el problema de los incendios. Para el PP, la directora general de Protección Civil, Virginia Barcones, sigue siendo el chivo expiatorio sobre el que descarga una “gestión insostenible”.
La diligencia con la que el PP ha citado a comparecer en el Senado a los cuatro miembros del Gobierno contrasta con la tranquilidad con la que se han tomado los presientes de las comunidades autónomas del PP afectadas por el fuego para dar explicaciones en sus asambleas legislativas. Una lentitud que hace pensar qué si no todos los políticos son iguales, todos se parecen a la hora de tratar de dilatar las explicaciones cuando les corresponde. Y por supuesto, a pesar de la gravedad de lo ocurrido en Castilla y León, Galicia y Extremadura, al PP no se le ha pasado por la imaginación constituir comisiones de investigación para depurar las responsabilidades políticas por una gestión ineficiente de la lucha contra el fuego.
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