Rafael Dávila Álvarez
Non plus ultra
MUJERES
Ya que estamos en el tiempo de la conmemoración del día de difuntos, recorro mentalmente los cementerios, esos lugares en los que haga frío o calor se siente la paz que estas fechas se rompe con visitas, lagrimas, recuerdos y flores. Es un renovar la casa en la que descansan los seres queridos. Sin embargo, para los amigos del arte y la memoria, es mucho mejor visitar estos puntos en los días en los que permanecen solos y en silencio. Un silencio que se extiende como un manto en el lugar para no despertar a los que duermen el sueño eterno. Los cementerios son lugares de oración y respeto, pero también son historia de las ciudades, y las gentes que dejaron la herencia de su impronta a los que les siguieron. Cada nombre que figura es historia dentro de la Historia humana.
Cementerio: nombre que proviene del griego antiguo, que significa lugar para dormir, dormitorio, algo que refleja fielmente el cristianismo, pues para este la muerte no es final sino descanso en quietud.
Cada nombre ilumina los días en que respiraron, rieron y lloraron, trabajaron y tejieron con sus actos una parte del gran tapiz de la vida. La literatura y el cine han hecho de los cementerios lugares truculentos. Sin embargo, son todo lo contrario. Cementerio: nombre que proviene del griego antiguo, que significa lugar para dormir, dormitorio, algo que refleja fielmente el cristianismo, pues para este la muerte no es final sino descanso en quietud. Los lugares de entierro son auténticos museos de arte. Se consideran como los más hermosos, el Taj Mahal en la India, construido por amor, y la tumba de Nefertari en Egipto, por sus maravillosos murales perfectamente conservados. Pero cualquier cementerio de cualquier país contiene imágenes, estatuas excepcionales de belleza extraordinaria.
Luego están los que destacan por su sencillez, como el Cementerio Nacional de Arlington, que impresiona con su solemnidad desnuda, regida por las hileras de tumbas y sus miles de cruces blancas e iguales clavadas en la tierra. Solo las cruces y las pequeñas banderas, señalan el lugar en el que yacen aquellos que murieron con la gloria del servicio a su país. Nombres señeros en su historia figuran en esa tierra, como el John Fitzgerald Kenned, sus hermanos, y el de su esposa Jackie. Pero suntuosos o humildes allí reposan los restos de los que fueron y cruzaron el río para adentrarse en la otra orilla. Por cierto, estos días también se celebraba como tradición la obra “Don Juan Tenorio”, de nuestro José Zorrilla. Lástima que tal acervo quedase en el olvido.
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