Pilar Cernuda
LAS CLAVES
Sánchez, cuestionado por los suyos pero inamovible
Ensayar el ensayo del fenómeno incontenible de la poesía hecha por mujeres será trabajo de tiempo para los expertos y los críticos de la literatura, también de las propias poetas: una poesía para, e interpretada por, las mismas mujeres iluminadas con el don de la palabra lírica. Un ámbito donde la perspectiva masculina adopta una actitud distanciada, prudente, temerosa de tropezar o resbalar en un bosque conceptual y categorial hecho de tan orgullosas como necesarias vindicaciones políticas y de género. Autoimpuesta esa prudencial distancia, lo sustancial será señalar la feliz proliferación de mujeres que escriben poesía y disponen, en consecuencia, ya hoy, de justos y numerosos reconocimientos.
De los oficiales y públicos, pero también de los privados, fungidos en premios, propuestas editoriales, presencias en los medios y la compañía, en muchas ocasiones también participativa, de un público rejuvenecido, en los encuentros poéticos. Así, en las diez últimas ediciones de los Premios Nacionales de Poesía, ocho se otorgaron a mujeres. De ellas, señalémoslo ya, cuatro son de gallega nación: Pilar Pallarés, premiada en 2019; Olga Novo (2020), Yolanda Castaño (2023) y Chus Pato (2024). Todas ellas dentro de un extenso censo de poetas de diversas generaciones del pasado siglo. Desde Pura Vázquez (1918-2006), Luz Pozo Garza (1922-2020), María do Carme Kruckenberg (1926-2015), Xohanna Torres (1931-2017), María Xosé Queizán (1939) o Helena Villar (1940) y la presencia intermedia de Marilar Aleixandre (1947), hasta la gran eclosión del baby boom con Chus Pato (1955), Pilar Pallarés (1957), Luisa Castro (1966) y más recientes ya, Olga Novo (1975), Yolanda Castaño (1976), María do Cebreiro (1976), Emma Pedreira (1978) o Alba Cid (1989), sin ánimo de exhaustividad.
La poesía hecha por mujeres tiene calado y un espacio propicio desarrollado en el sistema educativo alrededor de la literatura gallega; ha desarrollado un público específico y joven que encuentra en la expresión poética una fórmula condensada y sintética de manifestarse y reconocerse. Pero conviene adelantar una advertencia: citar el fenómeno colectivo alrededor de la poesía, señalaba Basilio Losada, “tiene el peligro de no subrayar debidamente lo que en la creación literaria hay de más hondo y personal”.
Cualquier revisión de la obra rosaliana no solo aguanta el paso del tiempo, sino que mejora la experiencia del presente
Todo empezó en Rosalía o con Rosalía, coinciden unas y otras, aunque en muchos casos se olvide, o no, la tradición medieval de las Cantigas. A través de las generaciones, la sensibilidad premonitoria, testimonial de una condición, un tiempo y las circunstancias de la poeta del Sar, están grabadas en el pórtico que da entrada a la poética femenina, gallega en particular. Cualquier revisión de la obra rosaliana no solo aguanta el paso del tiempo, sino que mejora la experiencia del presente: ofrece siempre la posibilidad de tender con provecho miradas renovadas. Esto es así por diversas razones, entre ellas la manera particular de observar, directa, emancipada, denunciadora … y la identificación con unas temáticas telúricas, auténticas y eternas.
La agudeza crítica de María do Cebreiro ha señalado en Rosalía su regionalismo, la heterodoxia religiosa y la simpatía por las ideas sociales como ejes encadenados a la estela de las revoluciones del siglo XVIII. La identificación con la tierra, Galicia, en una visión a la vez saudosa y consciente de su personalidad definida y singular, encarnada en un pueblo sufriente, a través de la emigración singularmente, pero también de los oficios humildes ligados a la tierra o el mar. Junto al país evidente, la condición de la mujer y la defensa de su intimidad, expresada también a través de la escritura.
Todas ellas son constantes rosalianas corroboradas en las miradas de las autoras actuales. Tierra, emigración, la vida en la aldea o el ocasional desarraigo en la ciudad; la infancia tantas veces percibida como un paraíso perdido, la familia y en particular el papel de la madre y los abuelos –la tradición-; la vindicación del género, del sexo, de la maternidad misma y del propio cuerpo, son los elementos que constituyen, con carácter general, los hilos con que se trama la urdimbre del actual discurso poético femenino. Nada acomodaticio con el estado de cosas, ni cómodo para sus practicantes, conviene decirlo.
En la literatura en general y en la poesía en particular, hay siempre un previo desasosiego personal y una disconformidad, cuando no la inadaptación, con el entorno. La poesía hecha por las mujeres, ahora en Galicia, explora, comprueba y vitupera, llegado el caso, sin que eso acabe de expulsar algunos íntimos demonios y logre traer consuelo; aunque la práctica poética sea constitutiva de un auténtico empoderamiento, la woolfiana habitación propia.
Sobre la persistencia de Rosalía y “la tradición riquísima que se remonta al medievo”, a las que también hace referencia Yolanda Castaño, se añade, en la poesía gallega, la perspectiva feminista que, según esta, prendió en Galicia a finales del siglo XX, adelantándose en una década a su aparición en el ámbito español. Dando un paso más, Yolanda Castaño añadirá: “a poesía feita por mulleres avanzou, porque mudou repertorios, relacións co discurso literario ou prácticas de comunicación, -abrindo paso ao performativo, por exemplo-, mais sobre todo porque as mulleres deixaron de ser “obxecto pensado” para ser “obxecto pensante”.
El ya citado Basilio Losada mencionaba la normativización del gallego y su aprendizaje en el medio escolar, como un elemento clave para la creación y difusión literaria. La “lengua del pueblo, con todas sus vacilaciones, ruralismos y castellanismos” recogida por Rosalía encontraría hoy honda confirmación, además de un inusitado despliegue de diversidades dialectales y expresiones escritas locales. Lograda la normativización, parecen decir, hagámosla crecer con la diversidad.
Pato ha profundizado en el espacio que ocupa la poesía, traspasada la puerta del lenguaje
Chus Pato, ganadora del Premio Nacional de Poesía 2024 por Sonora, ha querido precisar la relevancia y singularidad del lenguaje estrictamente poético. “Os lectores de poesía son intelixentes. Saben que é unha lingua diferente, non a do uso. Apela ao que non se pode dicir se non é de forma poética”. Pato ha profundizado en el espacio que ocupa la poesía, traspasada la puerta del lenguaje. “Poeta es quien se empeña en decir las palabras de cuando nos quedamos sin palabras”, que es como decir que el poema surge en el límite de la incomunicación o de lo inexpresable. “Para escribir poesía, añade Pato, se tiene que atravesar el lenguaje instrumental. En esa medida, la poesía atraviesa el mercado, es incompatible con el mercado. Pero el reto del poema es “por una parte, una aspiración a dejar de significar y ser música y por otra, quiere pensar, ser ciencia”.
La perspectiva de las poetas gallegas actuales es una mirada de clase media urbana, hecha en muchos casos desde la confortabilidad material y psicológica de carreras profesionales en departamentos universitarios
Chus Pato, la última poeta premiada con el Nacional de Poesía y que se remite a sí misma en la estela poética de Méndez Ferrín y Valente, ha elaborado una potente reflexión teórica en torno a las razones de su poesía. Rara será la poeta contemporánea que no la tenga. Si existe aún una temática evocadora de la aldea, del mundo rural, esta es ya una memoria de la infancia, del mundo de los abuelos, de una existencia y unos usos que son conocidos casi como referencias de un pasado vivido por generaciones anteriores y transmitido como tradiciones culturales que conviene no olvidar. Sergio del Molino (1979), el autor de La España vacía, ha escrito que “hay algo en mi generación que llama a los orígenes, que invoca las viejas mitologías y que aspira a recrearlas o a jugar con ellas desde la contemporaneidad”. La perspectiva de las poetas gallegas actuales es una mirada de clase media urbana, hecha en muchos casos desde la confortabilidad material y psicológica de carreras profesionales en departamentos universitarios, en salidas al extranjero como profesores visitantes, con obras traducidas a varios idiomas, en contacto participativo con las realidades poéticas globales. La mirada así ganada permitió introducir otros contenidos, temas de la vida cotidiana, y acercar “el humor, la ironía, la parodia o la provocación”, en consideración de la profesora de Literatura, María Xesús Nogueira.
Este capítulo de La belleza sin testigos en la ourensanía cultural tiene en Chus Pato un notable ejemplo del duro, laborioso camino de la emancipación de tantas cosas. Sonora es el poemario que dialoga con las razones de la poesía y la muerte de la madre, raíz en el rural limiano. Escoitade, segan a herba de abril/ -a herba é como un mar-/ recollede o gando de corna arpada/ gardade o pasto dos cabalos.
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