Creciente alineamiento de Rusia y China

CUENTA DE RESULTADOS

Publicado: 21 sep 2025 - 06:40

Primer tramo del gasoducto Poder de Siberia 1.
Primer tramo del gasoducto Poder de Siberia 1.

La foto de Vladímir Putin junto a Xi Jinping y Narendra Modi en la última cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái resume una tendencia que ya no admite matices: el creciente alineamiento energético entre Rusia y China. Apenas unos días después, el presidente ruso regresó de Pekín con un paquete de acuerdos con Gazprom que, de materializarse, constituirían el mayor giro estratégico desde que el Kremlin invadió Ucrania y el G7 impuso sanciones.

La UE afronta un doble reto: reforzar su seguridad energética y contener la creciente hostilidad rusa en el plano militar

Los dos hitos principales son el refuerzo del gasoducto Poder de Siberia 1 y la reactivación del proyecto Poder de Siberia 2, concebido para transportar hasta 50.000 millones de metros cúbicos anuales, un volumen comparable al del desaparecido Nord Stream. La trascendencia del anuncio, más allá de su concreción técnica, es doble: abre a Rusia la única vía viable para monetizar sus vastas reservas tras perder el mercado europeo y, al mismo tiempo, ofrece a China gas barato en condiciones financieras que esquivan el dólar y consolidan un eje económico ajeno al control estadounidense.

El trasfondo económico no puede pasarse por alto. Gazprom, antaño joya de la corona de la economía rusa, ha perdido la batalla del gas natural licuado frente a Novatek y ha visto cómo su negocio europeo se desplomaba un 80% en dos años. En 2023 registró pérdidas por primera vez desde 1998, síntoma de la imposibilidad de recolocar los volúmenes que antes fluían a Alemania, Italia o Polonia.

El giro hacia China le permite, en teoría, dar salida a parte de ese gas. Pero no en las mismas condiciones: si en Europa la compañía gozaba de contratos a largo plazo con precios elevados y acceso a financiación y tecnología occidental, en China se enfrenta a una negociación asimétrica. Pekín ha sido cauteloso, reacio a comprometerse a largo plazo y dispuesto a imponer tarifas muy por debajo de las europeas. Aun así, la ampliación de infraestructuras le otorga margen a Moscú para sostener ingresos fiscales y empleos en una economía que depende cada vez más de la guerra.

China, por su parte, logra diversificar su suministro en un contexto de crecientes tensiones con Estados Unidos y Australia, principales exportadores de GNL. El gas ruso es más barato y llega por tierra, lo que reduce riesgos de interrupción marítima. Sin embargo, la demanda interna no crece al mismo ritmo que en la década pasada y la producción doméstica ya cubre más de la mitad del consumo nacional. Esa cautela explica la falta de un calendario definitivo para el Poder de Siberia 2, un proyecto que aún depende más de la necesidad rusa que del interés de China.

Aun así, los gestos son elocuentes: Pekín ha abierto su mercado de deuda a las empresas energéticas rusas y ha recibido cargamentos de GNL del sancionado Arctic LNG 2, desafiando de forma explícita las restricciones de Washington.

Mientras Moscú estrecha lazos con Pekín, multiplica sus gestos hostiles hacia Europa y la OTAN. En los últimos días, tres cazas rusos violaron el espacio aéreo de Estonia durante 12 minutos, apenas una semana después de que varios drones rusos cayesen en Polonia. Varsovia denunció también el sobrevuelo a baja altura de dos aeronaves sobre una de sus plataformas petrolíferas en el Báltico, un movimiento percibido como intimidación directa. Todo ello coincide con la aprobación del 19º paquete de sanciones de la UE contra Moscú.

Al alza | Las tensiones

La hostilidad rusa no eso solo militar. Las interferencias en las señales GPS se han convertido en un quebradero de cabeza para la aviación civil en el este de Europa. Afectaron incluso a un vuelo que trasladaba a Von der Leyen de Polonia a Bulgaria. Y este fin de semana, un ciberataque provocó retrasos y cancelaciones en los aeropuertos de Berlín, Bruselas y Heathrow, episodios que coinciden con la estrategia de desestabilización. También, con otro paquete de sanciones de la UE a Moscú.

A la baja | Europa

El Poder de Siberia 2 no es solo un gasoducto: es el símbolo de un tiempo en el que Moscú busca oxígeno, Pekín amplía su margen de maniobra y Bruselas navega entre amenazas inmediatas y oportunidades estratégicas. El problema para la Unión Europea es que, mientras refuerza su seguridad energética, debe también blindarse frente a una Rusia que ya no se limita a cortar el gas: ahora también desafía su espacio aéreo, su seguridad digital y su estabilidad geopolítica. Casi nada.

Contenido patrocinado

stats