Opinión

Blanqueando al sátrapa


Resulta extremadamente doloroso comprobar cómo cada vez que Ourense necesita urgentemente de la política con mayúsculas, los políticos se miran el ombligo y enredan haciendo pelotillas con la pelusa. La consecuencia de esta repugnante costumbre es el engendro de alcalde que ha sometido la tercera ciudad de Galicia a continuado escarnio público. Ya está bien, Ourense no es un circo, por mucho que un freak haya caído en la Alcaldía por obra y gracia de errores cometidos por los, en ocasiones mal llamados, partidos serios.

De nuevo ha surgido la oportunidad de levantar la larga condena que sufre esta ciudad. Al fin se allana el camino para que PSOE y PP alcancen un pacto de interés general que trasciende sus estrategias electorales (nadie duda de que también las hay). Pero como es habitual y nos tienen acostumbrados, quieren imponerse el tacticismo cortoplacista, las guerras internas y los intereses personalistas. 

Quién es capaz de explicarle a un elector, que después de que el portavoz del grupo mayoritario en el Concello logre un acuerdo con su principal oponente político (no sin fuerte controversia interna) para alcanzar la Alcaldía y desalojar al tirano, es su propio partido el que le corta el paso. ¿Quién? Pues un tal Lage Tuñas, coruñés recordado por su despectiva visión de lo ourensano. Es él quien salta al ruedo para justificar lo inverosímil. En fin, unos se miran el ombligo y otros, como el tonto, miran hacia el dedo cuando el dedo señala la luna. 

No vamos a blanquear al PP, argumenta el socialista coruñés, de quien, curiosamente, solo se recuerda una visita a Ourense, para firmar un contrato como asesor de transparencia de la Diputación (presidida por el PP). Pues oiga, sí. Es hora de un blanqueo: del PP, por haber sido compañero de viaje de un ambicioso lunático que ha sembrado Ourense de destrucción; del PSOE, por no haber tenido la lucidez necesaria en 2019 para asegurarse la Alcaldía en lugar de fantasear con la Diputación; y por encima de todo, es esta ciudad la que necesita un blanqueo, después de años de oscuridad, parálisis y vergüenza ajena. Hoy surge la ocasión de corregir los errores cometidos, de reordenar el escenario político y, lo más importante, de garantizar a esta ciudad la estabilidad que precisa más allá de las próximas elecciones municipales.

 ¿Todavía hay alguien que no se haya enterado de que vivimos en situación de emergencia social? Ourense es la zona catastrófica de la política, la tierra quemada por los infiernos partidistas. Exige un rescate inminente y excepcional, por eso no se comprende ese miedo de populares y socialistas a que un posible pacto aquí sea utilizado en contra suya en otros contextos. No existe nada comparable, ni por tanto nada que comparar o extrapolar. Y si lo hubiese, sería el mensaje de que PSOE y PP sabrán anteponer los intereses de cada territorio a los propios del partido.

Ourense vive horas trascendentales para trazar un futuro que va más allá de los nueve meses que nos separan de los comicios locales. En los próximos días sabremos cuáles son las prioridades de nuestros líderes políticos, tendremos evidencias del estado de forma de los partidos que nos representan, de la salud de nuestra democracia y de cuánto pesan los intereses generales de Ourense en las estrategias electorales. Borrar del mapa político al personaje más dañino y grotesco que jamás ha tenido o continuar blanqueándolo y procesionarlo en andas hasta las urnas. Este es el dilema que preocupa a los ourensanos. Y, que nadie lo dude, tomarán buena nota de la elección de quienes han de resolverlo.

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