Ramón Pastrana
LA PUNTILLA
Ositos
Puede que el 6 de abril, pero de 1896, sea el día más importante del deporte contemporáneo. En aquella jornada primaveral, todavía decimonónica, daban comienzo los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna. Un empresario, Evangelos Zappas, patrocinó las primeras experiencias basadas en los Juegos de la Antigüedad pero fue el barón Pierre de Coubertin, entusiasta del olimpismo, quien desató el nudo gordiano dándole una vitola internacional. El principal escollo era económico -no había suficientes dracmas-, pero el pueblo griego respondió con una aclamada campaña de crowfunding que, junto al apoyo del príncipe heredero Constantino, salvó al mayor espectáculo de la historia del deporte. Participaron 241 atletas de 14 países. Desde entonces, 178.000 deportistas olímpicos y 48.000 paralímpicos, han rendido tributo a este relato cada cuatro años.
Ninguno de ellos puede representar a su país en los Juegos Paralímpicos.
En su cima habitan dos nadadores norteamericanos. Trischa Zorn es la más laureada de los Paralímpicos, con 55 preseas, mientras que Michael Phelps es el mayor medallista olímpico, con 28. Ella tiene discapacidad visual y él, autismo. El diagnóstico de TEA le llegó al tiburón de Baltimore a los 9 años y, desde entonces, se ha convertido en el mayor paradigma de que este trastorno no define, en absoluto, a nadie. Y es que cualquier persona con autismo puede conseguir las mayores cotas de éxito si se le brindan las herramientas necesarias.
A quien no se les están ofreciendo es a las personas que cuentan con otra afección, a pesar de que hay ejemplos que tiran todas las puertas abajo. Chris Nikic fue la primera persona con síndrome de Down en completar un Ironman sublimando la constancia y el esfuerzo con su método del 1% mejor. Carlos Hernández tiene 128 medallas de oro en natación nacionales e internacionales. Sara Marín es campeona del mundo de gimnasia rítmica y tiene 5 oros en los Trisome Games. Kayleig Williamson fue la primera mujer con Down en terminar la Maratón de Boston.
Ninguno de ellos puede representar a su país en los Juegos Paralímpicos.
En los de París, solo el 4% de competidores tenía discapacidad intelectual. Se incorporaron de forma tardía, en 1996, y apenas están en tres deportes: atletismo, natación y tenis de mesa. El gran problema es que ningún criterio subdivide a esta categoría, por lo que las personas con Down -con una elevada probabilidad de sufrir hipotonía- deben enfrentarse a personas con unas capacidades físicas notablemente superiores, por lo que conseguir una plaza se convierte en una quimera.
El objetivo es que en los próximos Juegos de 2028 la discapacidad intelectual sí tenga categorías para que los Down puedan contar con su espacio y que se cumpla la Carta Olímpica, publicada en 1908 y escrita también por Pierre de Coubertin, que establece que “toda persona debe tener acceso a la práctica del deporte, sin discriminación de ningún tipo”.
Hoy, 6 de abril, celebramos el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz. Conviene no olvidar otras efemérides recientes como la del Día Internacional del Síndrome de Down -21 de marzo- o el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo -2 de abril- para recordar que el deporte es la mayor herramienta que vieron los siglos para la unión, pero que no habrá desarrollo y paz, hasta que no podamos jugar todos, y todas, juntos.
@jesusprietodeportes
Contenido patrocinado
También te puede interesar
Lo último