El corazón

Cuando nuestra generación era más joven, una de las devociones más populares era el Sagrado Corazón. Yo recuerdo cómo, en mi parroquia de A Ponte, don Jesús organizaba la procesión por las calles del barrio con la imagen del Sagrado Corazón a la que acudían muchos vecinos. Aquello se fue viniendo abajo, desaparecieron las procesiones en aquellos meses de junio y se postergó aquella devoción. Además, el papa san Juan Pablo II impulsó la piedad en torno al Cristo de la Misericordia. Desde siempre los jesuitas apoyaron y fomentaron la devoción al Sagrado Corazón, mientras en muchos templos desaparecían estas imágenes.

Y ahora, cuando menos se esperaba, el papa Francisco promulga una encíclica sobre el tema y una frase célebre “Nos amó” (Dilexit nos) y se entregó a la muerte por nosotros. La idea del papa trata de ayudar a comprender el modo como Cristo nos ama. Algo muy necesario cuando lo que reina hoy en el mundo es el materialismo, el racionalismo y las emociones sentimentales en la identidad espiritual.

La encíclica se convierte así en la ideología para interpretar todo este pontificado

Afirma el papa en la encíclica “Yo soy mi corazón”: “Porque es lo que me distingue y configura. Viendo actuar a Cristo observamos el amor y cariño para cuantos se acercan”. Es el “Enmanuel, que significa Dios con nosotros”. Termina el papa afirmando que tiene sus consecuencias, porque el mundo sobrevive entre guerras, luchas y desequilibrios socioeconómicos fruto del consumismo y materialismo reinante y antihumano. La encíclica se convierte así en la ideología para interpretar todo este pontificado.

En realidad, las reiteradas actitudes del papa Francisco muchas veces son desconcertantes, pues continuamente está exponiendo la fe de una manera adecuada para cada momento. Aquellos que decían que este pontífice no era espiritual se equivocan de medio a medio. Tenemos que observar cómo es un papa, en primer lugar, muy mariano. Es incapaz de ir o volver a uno de sus viajes sin antes visitar Santa María la Mayor. Sabe emocionarse y trasmitir su amor a los pobres a la vez que “gastarse y desgastarse” siguiendo a san Pablo y llegando sin oropeles externos a todos los que le necesitan.

Baste observar cómo hace sus viajes y cómo renunció a toda clase de oropeles e incluso hace sus viajes sin ninguna corte de purpurados que le acompañen. Viaja solo e incluso lleva en su mano la cartera con los documentos. Renunció a secretarios permanentes, cambiando de vez en cuando. Un papa que a algunos puede desconcertar pero que en el fondo quiere imitar al Poverello de Asís con su sencillez y humildad, viviendo en medio del clero en la residencia sacerdotal Santa Marta.

Es el papa modelo para muchos de nuestros gobernantes por su estilo y comportamiento. Esta encíclica que acaba de publicar es todo un programa que trata de cumplir y llevar a cabo. Es así como el cristianismo en algunas partes del mundo ha crecido un 35%. Falta que Europa sepa leer la lápida que está junto al Sepulcro del Apóstol Santiago y vuelva a sus raíces.