El primer paso

Muy posiblemente, uno de los fallos de la fe cristiana consista en olvidar la esencia, el primer paso de esa creencia que es la puerta por la que entramos a formar parte de esa gran familia que es la Iglesia.

De aquí que cada vez se insista más en la preparación, que es algo más que un rito externo y vacío.

Se exige la preparación a fondo para que los padres y padrinos sean realmente conscientes de la responsabilidad que asumen en el bautismo.

De aquí que cada día la Iglesia exija más. Por eso ahora se exige incluso que para ser padrinos tengan que estar bautizados e incluso confirmados, porque nadie puede dar lo que no tiene. Se pretende que los bautismos no se reduzcan a un mero acto social, del modo que algunos pretenden. Sería un grave error para todos los sacramentos convertirlos en mero acto social.

Por eso el ciclo litúrgico de Adviento y Navidad concluye precisamente con la fiesta del Bautismo del Señor, lo cual forma parte de la pedagogía y catequesis de la Iglesia. Lo contrario, como ya hemos comentado aquí, está en contra de la fe de la Iglesia, como aquellos novios que pretendían que su perrito mascota llevase las arras, los anillos,

Y a este grave error podríamos añadir un sinfín de adherencias que con el tiempo nada tienen que ver con lo esencial de los sacramentos: ya sean las flores, el arroz u otros elementos ajenos a la ceremonia.

Y nada digamos de ciertas intervenciones de algún asistente que suelta allí unas parrafadas fuera de lugar (ya el celebrante tuvo la homilía).

La liturgia de la Iglesia es algo sagrado que nunca debe mancillarse con ocurrencias.

Y nada digamos de algunas piezas musicales. Conozco diócesis en las que antes de las ceremonias los músicos presentan al celebrante las partituras que van a interpretar. Algo lógico porque aunque los ministros de los matrimonios son los novios, el que preside es el sacerdote o el diácono, que son los responsables

Porque el Bautismo es el primer sacramento y la puerta para entrar en la Iglesia, debe respetarse al máximo.