La estatua de la Libertad

Oficialmente se llama “La Libertad iluminando el Mundo” y es uno de los monumentos más famosos de Nueva York, de hecho, es seguramente el que mejor representa a la ciudad de los rascacielos y al país entero.

Se encuentra al sur de Manhattan, junto a la desembocadura del rio Hudson y cerca de la Isla de Ellis.

Es lo primero que veían los inmigrantes europeos cuando llegaban al nuevo mundo a principios de siglo XX.

Fue un regalo de los franceses a los norteamericanos para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y fue inaugurada por el entonces presidente Grover Cleveland el 28 de octubre de 1886.

El hecho de que la inauguración sufriera diez años de retraso se debió a varios problemas en la construcción de la estatua.

Hace 40 años que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

La figura fue enviada a Ruan en tren, luego bajó el Sena en barco y llegó al puerto de Le Havre. Cruzó el Atlántico desmantelada en 350 piezas divididas en 214 cajas.

El famoso monumento tiene 93 metros de altura, desde la base del pedestal hasta la antorcha, y pesa 225 toneladas.

Desde su inauguración ha sufrido constantes reparaciones. De hecho, la antorcha actual no es la original. Se reemplazó por una recubierta de hojas de oro de 24 quilates y la antigua se puede ver expuesta en el vestíbulo de entrada durante la visita.

Tiene una corona con siete púas que simbolizan los siete continentes y un libro con la fecha del 4 de julio de 1776.

Es un monumento popular que atrae a aproximadamente a 4 millones de visitantes, aunque solo un pequeño porcentaje puede subir hasta su corona, a la cual se acceder por medio de 354 escalones para disfrutar desde sus 25 ventanas.

Una anécdota final, para el rostro se dice, que se utilizó una modelo: Isabella Eugenie Boyer, viuda del inventor millonario Isaac Singer, aunque según otras fuentes, Bartholdi se habría inspirado en el rostro de su madre, y esta es la hipótesis más considerada hasta el presente.

Propina | Las otras

Como ya hemos comentado, la estatua fue un regalo de la República Francesa a los Estados Unidos de Norteamérica para conmemorar su independencia, pero la curiosidad que queremos reseñar es que existen tres estatuas idénticas en la forma, no en el tamaño.

La más famosa está en la isla de la libertad, en el estado de Nueva York.

Las otras dos se pueden contemplar en Paris.

Una copia, la más pequeña, puede ser vista en los Jardines del Palacio de Luxemburgo y tiene la patente de la originalidad, pues fue éste el boceto que Auguste Bartholdi diseñó para que le sirviera de imagen de la gran estatua que corta el cielo de Manhattan.

Y la tercera, cuya altura alcanza casi 12 metros, es fruto del regalo que los franceses residentes en Estados Unidos donaron al ayuntamiento de París con motivo del aniversario de la revolución francesa.

Está situada en la Île aux Cygnes (isla de los Cisnes) en el rio Sena, junto al Pont de Grenelle, cerca del antiguo taller del famoso escultor. Como curiosidad, se encuentra en un extremo de la isla, dando la espalda a la Torre Eiffel, mirando hacia el oeste en dirección a la estatua original de Nueva York.