Miguel Anxo Bastos
Extremadura: la clave está a la izquierda
Puede que “La familia de la tele” no sea más rara que cualquier otra familia, pues el listón de la raridad familiar está muy alto, pero lo que sin duda la sitúa en un punto elevadísimo de rareza es que no parece gustarle a nadie, ni a algunas de las criaturas que la componen.
Se pueden decir muchas cosas de ese programa que no dice absolutamente nada, nada bueno se entiende: que es impropio de una televisión pública cuyo propósito es servir al conjunto de la sociedad mediante las innumerables posibilidades informativas, recreativas o divulgativas, entre otras, que un medio de su naturaleza y con sus abundantes recursos posee; que su aire chabacano y vulgar la desprestigia; que no es otra cosa que la reencarnación de “Sálvame”, aquel bodrio longevo e incomprensible que acabó enterrando una cadena privada tras exprimirlo hasta la consunción; que costando un dineral a los contribuyentes, éstos no reciben de él ni una gota de gracia, ni de entretenimiento, ni de novedad... Se pueden decir, en fin, muchas cosas negativas de ese producto televisivo sin pies ni cabeza, pero también una buena: no lo ve nadie. La audiencia televisiva, tan denostada, se rehabilita merced a esa circunstancia.
“La familia de la tele” tiene, eso sí, la virtud de haber señalado como mucho más elevada de lo que se pensaba la calidad de la audiencia
Es comprensible que TVE, tradicionalmente algo esclerotizada y pudibunda, busque atraerse espectadores de todos los segmentos sociales en estos tiempos de tan cruda competencia de internet, de modo que a las misas, los toros y los concursos agropecuarios es natural que sucedan o se añadan cebos más actuales, que ahí está, sin ir más lejos, “La Revuelta”, también un poco incomprensible, para qué nos vamos a engañar. Ahora bien; lo que no parece tan natural, ni tan lógico, es cifrar la atracción de audiencia nueva en un producto viejo, o, más que viejo, muerto, pues “Sálvame” ya murió.
“La familia de la tele” tiene, eso sí, la virtud de haber señalado como mucho más elevada de lo que se pensaba la calidad de la audiencia, que ha huido despavorida del engendro. Para familias raras, cada cual tiene la suya, y más divertida seguramente.
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