Verdad o ficción

Publicado: 13 dic 2025 - 03:10

Opinión en La Región
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Una siniestra reunión tenía lugar en los subterráneos que atravesaban los jardines propiedad de las hermanas “Bonnys”. Siete anónimos personajes asistían ocultando su rostro, aunque sus gestos y su voz delataban su procedencia: un banquero, un alto mando de la policía, un magistrado muy conservador, una mujer con altas responsabilidades políticas, un anciano perteneciente a la clase V.I.P., un miembro de las fuerzas armadas y por último el editor de un importante medio de comunicación. Además de los enmascarados asistían a cara descubierta y copresidiendo la reunión dos ex presidentes del Gobierno de la Nación:

Con pelo blanco, dientes oscuros, mirada recelosa, ronco y lleno de inquina, tomó la palabra el ayer carismático líder de masas: “El Perro está a punto de ser cazado, en medio del caos generado por la estrategia Trumpista de la posverdad; activada en nuestro país por expertos desconocidos en el mundo de la política y de las finanzas, que dirigen magistralmente el descontento de los sectores sociales más sensibles. El golpe del ‘feminismo’ ha sido una obra de arte, un espoofing perfecto. Nuestra verdad es la única viable y está esperando a ser descubierta y defendida adecuadamente. Es la hora de que cada persona cuente, como narradora legítima en el espacio público, manteniendo y fomentando la descomposición del socialismo ‘Sanchista’: corrupción de la cúpula del partido, incluida la familia del presidente, machismo generalizado de altos dirigentes, aliados enfrentados, empresarios, autónomos, desencanto de la izquierda, aislamiento internacional del líder, y sobre todo, las frutas envenenadas de la zabarcera de Madrid”. Acabada su intervención Isidoro se sentó.

Al día siguiente en un INS de Vallecas.

El matón golpeó con saña al adolescente que tuvo la osadía de mirarle, con asco, el repugnante grano que supuraba un líquido viscoso y pestilente. El director, horrorizado y tembloroso, abrió la puerta del armario y con una habilidad sorprendente, se refugió en él, permaneciendo en absoluto silencio. Miedo, sentía un terror indescifrable que le impedía oír con claridad lo que el matón incriminaba a los alumnos de su instituto. Pensó entonces en la frase que abrió el conflicto entre la fuerza bruta y el pensamiento racional. La había escrito y defendido cuando fue diputado en Cortes y ahora, como docente, había considerado oportuno dedicarle la semana, aprovechando el genocidio de los palestinos Gazetíes a manos del sionismo asesino del Gobierno de Netanyahu. Pero su indignación la producía la pasividad, cuando no colaboración, de los gobiernos de los países de la U.E. Él había llegado a la siguiente conclusión: “Lo que necesitan las democracias no es más control ni más técnica, sino más humanidad”. Por el hueco de la cerradura, destinado a la llave, pudo observar como el matón hizo un gesto, desde la ventana del aula, dirigido a los jóvenes que permanecían en silencio, esperando el resultado del combate que anunciaría, en cualquier caso, el comienzo de un mundo nuevo, más deshumanizado y carente de cualquier síntoma de empatía.

El director se mantuvo inmóvil hasta que se quedó profundamente dormido. Pasaron varias horas cuando sintió un fuerte dolor en su pierna derecha. Despertó sobresaltado al recordar las profundas heridas que marcaban el rostro de los fanáticos negacionistas, y los mensajes supremacistas que repetían incansablemente, mezclados con frases de adoración al líder carismático. Nunca olvidarán que este les ha liberado de la amargura que sentían al ser borrados socialmente y nunca escuchados en temas importantes, incluso cruciales para ellos. Encabezaba sus reivindicaciones el acceso a una vivienda digna y sobretodo el odio “al otro”, al invasor, al extranjero que les roba sus derechos e incluso a sus mujeres. Negros, sudacas, islamistas, gitanos, eslavos… delincuentes que pretenden destruir la sagrada lengua española, llegando a mancillar la gloriosa Bandera. No había dudas, el matón tenía toda la razón; así pensaban la mayoría de los que identificaron el mensaje con su frustración ante una sociedad amordazada, corrupta y esclava de falsas verdades.

La lección había sido aprendida, abandonad el aula, la clase ha terminado y es hora de actuar. (El matón envió un WhatsApp a quien correspondía: “Todo bien”).

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